Desde la madrugada de hoy, los establecimientos de hostelería y ocio nocturno extremeños han podido volver a abrir hasta las dos de la mañana. Eso sí, con restricciones del 50% del aforo en sus interiores -en los exteriores sí se puede alcanzar el 100%-- y con el consumo en barra y el baile vetados. El sector hostelero valora como un paso más hacia la normalidad la ampliación horaria, aunque desde los negocios del ocio nocturno se remarcan también las dificultades que para su viabilidad siguen suponiendo las exigencias que aún se les imponen. Muchos de ellos permanecerán con la persiana bajada.

«De una terraza no te vas a levantar para sentarte en un interior en el que no puedes bailar, ni moverte o estar en la barra. Esto es como darte un coche sin ruedas», resume Antonio Martínez, presidente de la Asociación Regional de Hostelería y Turismo (Setex). Eso no es obstáculo para que piense que la ampliación horaria viene «extraordinariamente bien» al sector hostelero en general. Otra cosa son, matiza, los locales de copas en particular, para los que se muestra mucho más escéptico a la hora de valorar los beneficios que podrán obtener de ella. Primero porque muchos carecen de exteriores, y segundo porque tienen que hacer frente a «un ocio no controlado» en forma de botellones que, lamenta, sigue sin atajarse. Por ello «muchos» de estos negocios «no van abrir», sobre todo las «discotecas puras y duras», adelanta Martínez, que es vocal también en España de Noche, la patronal nacional del ocio nocturno. Cerrar a las dos de la mañana, apostilla, es hacerlo además cuando habitualmente se acostumbra a tomar «la primera copa» en estos locales

«Lo del horario es importante. Las dos de la mañana para nosotros es insuficiente, cuando en verano estamos abiertos normalmente hasta las tres y media», afirma Francisco Borrego, socio copropietario de la Antigualla, en Badajoz. No obstante, apostilla, para ellos el principal obstáculo es tener que prescindir de la barra y la pista, de las que dependen «el 90%» de sus ingresos.

Desde la declaración del primer estado de alarma, este local apenas ha podido estar abierto tres semanas. A mediados del año pasado, «hicimos un intento pero nos dimos cuenta de que era inviable». Y cerrados seguirán probablemente durante el resto del verano. «Si abrimos ahora, perdemos dinero», justifica. En una situación similar a la suya, aclara, están otros locales de esta misma zona del casco antiguo pacense que también tienen un modelo de ocio nocturno «puro y duro» y que carecen de terraza.

«Hay muchos que han decidido no abrir», coincide Pepo Sánchez Araya, gerente de Mogambo Café-Concierto, en Badajoz, para quien «todo lo que sea tener una hora más es bueno, es señal de que se va recuperando la normalidad». A su negocio, que sí está abierto, no le está faltando gente. Tiene un interior amplio pero «ha sido el exterior sin duda el que me ha salvado, el que me ha permitido defenderme». Eso, explica, y que el «sistema de trabajo» que ha impuesto la covid «era el que ya venía usando antes de la pandemia, sirviendo todo en mesa». Y aunque ha sufrido pérdidas, «comparado con bares de copas que llevan cerrados desde marzo del año pasado, no puedo quejarme». 

Y es precisamente en algunos de estos establecimientos en los que, reconoce, existe cierto malestar por haber aplicado la extensión de horarios «a todo el mundo» por igual, de forma que no dé una baza a estos locales a la hora de competir con la restauración. «La gente tiene ganas acumuladas de consumir, incluso falta sitio, así que no se atreve a levantarse de la mesa del restaurante por miedo a quedarse sin ella en otro sitio», sostiene. Al final todo el gasto -«en comida y en copas»--, se concentra en el mismo establecimiento, remacha. 

También está abierto Velvet, en Cáceres, que desde finales de 2020 aprovecha su espacio interior con mesas, aunque solo pueda completar algo más de un tercio de las 315 personas fijadas de aforo. «Tenemos clientes, y por lo menos esto no nos está costando dinero. Nos mantenemos y cubrimos gastos», cuenta su gerente, Juan Miguel Olmeda. Sobre la mayor libertad horaria, aduce que «todo lo que se nos vaya permitiendo al ocio nocturno está bien. En un ocio controlado, no tiene por qué haber contagios», asevera, si bien agrega que poder abrir hasta las dos de la madrugada tampoco supondrá para ellos un cambio significativo. «La gente ahora sale más tarde, así que al final vamos a trabajar las mismas horas y con el mismo aforo», asegura. «Al menos se empieza a ver la luz al final del túnel. Espero que paso a paso se vayan ampliando más los horarios», confía, y que a lo largo del verano se pueda disponer también «de la pista de baile y usar la barra».

«Que el ocio nocturno se vaya incorporando es una buena noticia para el sector hostelero», subraya José Parodi, presidente de la Federación Extremeña de Asociaciones de Bares y Restaurantes (Fexbares), quien, en cualquier caso, reconoce que «mientras no lleguemos a la plena normalidad» estos establecimientos van a tener «una dura competencia con los exteriores». 

Con el verano, aduce, o se amplían los horarios o los negocios hosteleros «son inviables. No puedes empezar a trabajar a las diez y cerrar a las doce» por lo que espera que todos los establecimientos vayan recuperado unos horarios similares a los previos a la pandemia «antes de final de este mes».