Aún quedaban troncos humeantes en el campo de Alburquerque diez días después de que las llamas comenzaran a devorar una zona de alcornocales y monte bajo. El fuego se inició a unos 8 kilómetros del pueblo y llegó a las puertas de las viviendas el 18 de agosto. Hace dos días quedaban todavía rescoldos dentro del manto negro que ha cubierto una zona plagada de pequeñas explotaciones, principalmente de ganadería extensiva de ovino y vacuno. En algunos casos constituyen el sustento básico de la familia y en otros son un recurso necesario para cuadrar la economía doméstica.

 En medio de la zona afectada, sobre el desolador paisaje sobresalen los restos de lo que fue un alcornoque centenario que se sigue quemando silenciosamente. A su lado hay una rama de una cuarta de grosor en el suelo, partida tras el envite del fuego. Un hilo de humo se levanta desde sus restos. «Los alcornoques que se han quemado son irrecuperables. Pero replantaremos», sentencia José Facenda señalando los daños en su explotación. 

Cerca del alcornoque humeante hay otras tres hectáreas de árboles centenarios que hace 4 años le dejaron 7.000 euros con la última saca del corcho. Aunque llegó a tener 500 ovejas como complemento a su actividad como taxista ahora mantiene solo 70 animales, fundamentalmente para que ayuden a mantener limpio de pasto el terreno, precisamente para prevenir incendios. Sin embargo supone que esta vez el viento favoreció que el fuego saltara de una copa a otra. Se consuela con que ninguno de los animales sufrió daños esa tarde aunque no pudo comprobar hasta muchas horas después cómo estaban porque la Guardia Civil mantuvo cortado hasta el día siguiente el acceso a la pista que atraviesa la zona quemada y da acceso a las fincas. Cuando llegó allí, las ovejas que estaban en la zona de alcornocales se habían arremolinado en torno al edificio en el que estaban sus crías. El instinto las había llevado hasta allí huyendo de las llamas y el agua que los helicópteros e hidroaviones descargaron sobre los edificios permitió salvarlas. 

«Si no nos ayudan no sé qué plan vamos a tener para el invierno. Habrá que ir al banco a pedir un préstamo para pagar lo que haya que hacer para sanear el terreno y ver qué podemos recuperar», dice Facenda. Está convencido en que para la mayoría de los alcornoques de su finca no habrá más sacas ya y su principal preocupación ahora es cuándo podrá iniciar las tareas de limpieza y si tendrá algún tipo de apoyo para costear la recuperación. «Quiero limpiar el terreno, sacar los alcornoques dañados y repoblar con nuevos alcornoques. Yo no les haré más sacas, pero tengo nietos y serán para ellos», dice el productor.

Ayudas

Todos los afectados están expectantes con las consecuencias que tendrá la inclusión de Alburquerque entre las 16 localidades extremeñas declaradas esta semana zonas ZAEPC por el Gobierno Central,  al haberse visto afectadas gravemente por emergencias de protección civil por incendios forestales. La medida da pie a recibir ayudas aún sin concretar. El fuego de Alburquerque, que ha quedado extinguido este sábado, es el más importante que se ha registrado en la región en lo que va de año con una estimación de 650 hectáreas calcinadas, según las primeras cifras del Infoex.  

A las 18.20 horas del 18 de agosto, el Plan de Lucha contra los Incendios Forestales de Extremadura (Infoex) declaraba el nivel 1 de peligrosidad por un incendio en el término municipal de Alburquerque debido a la cercanía de las llamas a edificaciones aisladas. El fuego permanecía activo en tres flancos y avanzaba sin control desde hacía más de una hora por las inmediaciones de la Sierra de la Carava- Tres Aguas. 

Daños en uno de los olivos de Agropecuaria Terrón. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Los vecinos aseguran que en poco más de una hora las llamas avanzaron por los siete kilómetros que separan el punto en el que se ha situado el inicio del fuego, en una zona que se conoce como ‘Los tres arroyos’ y los terrenos más próximos a la localidad. Las condiciones de la jornada contribuyeron a que eso fuera así, no tanto por el calor (36,3 grados) sino más bien por el viento que soplaba (con dirección sudoeste y rachas de 35 km/ hora cuando se inició el fuego, que cambió a oeste con rachas de de 32 km/h una hora después) una humedad en torno al 20% y un total de 61 días sin lluvias destacadas en la zona. El potencial convectivo que mide la capacidad de propagación de un incendio era importante en la zona, según confirman desde el Infoex. 

Durante más de 24 horas, un centenar de efectivos del Infoex, los bomberos del CEPEI y las BRIF trabajaron con medios aéreos y terrestres para lograran estabilizar el avance del fuego y desactivar la alerta. Hasta ayer en todo caso el incendio aún permanecía catalogado como controlado, lo que supone que aunque se había detenido el avance y la propagación de las llamas, aún había materiales en ignición en el terreno. Los alcornoques de José Facenda eran prueba de ello este viernes. 

Daños en la zona arrasada por el fuego en Alburquerque. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

El Seprona atribuye el incendio a la colisión de un buitre leonado con el tendido eléctrico 

El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil ha atribuido el incendio de Alburquerque a la electrocución de un ejemplar de buitre leonado hallado en el interior del perímetro del incendio carbonizado debido a la su colisión con el tendido eléctrico.

Los indicios apuntan a que el ave, tras recibir la descarga eléctrica del tendido de alta tensión que pasa sobre el paraje de Ribera del Fraile, cayó envuelto en llamas a la masa forestal originando el fuego que se declaró el pasado 18 de agosto y es considerado hasta la fecha el primer gran incendio forestal de la región. Las altas temperaturas, la sequedad de la masa forestal del terreno y el viento favorecieron la rápida propagación.


Las 650 hectáreas que se estima que ha devorado del término municipal de Alburquerque están lejos de alcanzar la cifras de los fuegos más devastadores de la región que encabezan las 12.000 hectáreas que arrasó el incendio de Las Villuercas- Ibores en el 2005, el mayor incendio forestal de los últimos 25 años. Pero la afección sobre una zona agrícola y ganadera y la proximidad de las llamas a la localidad sí han dejado una huella negra de la que ahora tratan de reponerse. El Ayuntamiento de Alburquerque, que no ha querido pronunciase sobre el incendio, ha convocado mañana lunes a todos los afectados a una reunión con los técnicos designados «para informar e iniciar la tramitación de las solicitudes de ayudas programadas», según reza el bando que firma la alcaldes, Maria Luisa Murillo.

«Los mayores no recuerdan un incendio así», apuntan en el bar El Rodeo. Desde su terraza se puede ver ahora el punto en el que lograron detener el fuego a las puertas del pueblo, tras atravesar el conjunto emblemático que conforman en la localidad la Cruz de San Blas y las pinturas rupestres que hay en ese risco. En la tarde del incendio todo lo que se veía era un manto de niebla que cubría la zona, según recuerdan. 

Los problemas del campo

«Cada vez queda menos ganadería extensiva y eso al final tiene este tipo de consecuencias porque no se mantiene el campo», explica Francisco Durán, gerente de la Cooperativa Sierra de San Pedro, una de las dos que hay en el pueblo. En ella están agrupados 400 ganaderos que se extienden por 70 kilómetros, pero solo un puñado se han visto afectados por el fuego. El principal temor en la tarde del 18 de agosto era que las llamas pudieran alcanzar un cebadero próximo en el que había 2.000 cabezas de ganado ovino. «Temíamos que los animales se asfixiaran por el humo allí», recuerda. No fue así, y según las primeras estimaciones que les han trasladado los ganaderos de sus cooperativas y otros a los que están prestando ayuda, los principales daños son materiales. 

El ayuntamiento ha convocado este lunes a los afectados para gestionar las ayudas

Las condiciones de viento y humedad extendieron las llamas con mucha rapidez

«Me impresionó la solidaridad que recibimos en esa jornada. Nos llamaban ganaderos de otras zonas y vecinos que se ofrecían para ayudar a trasladar a los animales en su vehículos, para colaborar en la extinción en lo que hiciera falta», recuerda Juan Antonio Gamero. Su padre había ido sobre las seis de la tarde a echar agua al centenar de ovejas que tienen en esa finca y al llegar allí avisó a la familia de que se quedaría un rato más porque había un incendio en la zona. Una hora más tarde les llamaba de nuevo advirtiendo de que no se movería porque el viento estaba empujando las llamas a la zona de su explotación. Algunos vecinos le ayudaron a recoger el ganado en otra cerca más alejada y a sofocar las primeras llamas en su finca. «A pesar de todo, hay que dar gracias que todo lo que se ha perdido es recuperable. No hay vidas», señala Gamero. Otra cosa es el sobrecoste que esto tendrá en una actividad que ya de por sí es poco rentable. José Facenda ya se ha gastado 1.000 euros en la paja que ha tenido que comprar para sus ovejas y Gamero estima que el mes de pastos que les ha restado el fuego a sus animales les supondrán alrededor de 1.200 euros en piensos; y eso que desde la Cooperativa Sierra de San Pedro les han ofrecido ayuda con la alimentación de los animales.

Recuento de daños

En Agropecuaria Terrón, en la zona de Prado Alto, las llamas cercaron la vivienda familiar y han devorado el olivar y el camión de heno que había apilado en la finca que tiene más de 30 hectáreas en total. El fuego destruyó las gomas que llevaban el agua desde el pozo a la explotación y a eso hay que sumar el alimento que tendrán que comprar ahora para las 200 ovejas que tienen allí. Entre reparaciones, paja y piensos, calculan que tendrán que desembolsar unos 4.000 euros.  

Juna Antonio Gamero muestra los daños en su explotación. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

«Une a eso el ‘jartón’ de trabajar, el sofocón y que al olivar no le vamos a sacar nada este año», lamenta el propietario. Tras resguardar a los animales, aguantó hasta el último momento refrescando su casa mientras veía que avanzaba el fuego. En torno a las siete de la tarde se habían acercado tanto las llamas, que salió por un camino secundario rompiendo un candado. Volvió a las diez de la noche porque necesitaba comprobar cómo estaba el ganado y asegurarse de que estaba bien. Logró verificarlo con lo que le dejaba ver la luz del coche, pero aún recuerda el calor que desprendía el terreno. «Ahora costará levantar esto y tocará echar dinero», dice.