A las 11 de la mañana del 19 de septiembre, Francisco Javier Cutilla Puerto sintió un movimiento bajo sus pies. Las lámparas se movieron y él, sin darle más importancia, continuó pintando su casa que era el plan que había elegido para este domingo. «Días anteriores ya habíamos sentido temblores que avecinaban lo que iba a ocurrir. Esa misma mañana a las 8.00 horas también vibraron los cristales», cuenta. Sin embargo nunca pensó que a las 15.08 horas iba a ver un volcán en erupción desde su ventana. Reside justo en El Paso y su vivienda se encuentra a 1 kilómetro de distancia de los ríos de lava. «Durante los primeros minutos me sorprendió muchísimo lo que estaba viendo, pero después lo que sentí fue impotencia al ver tal catástrofe y no poder hacer nada», lamenta. Francisco tiene 53 años y es de Villanueva del Fresno, un municipio de Badajoz. A Canarias se fue en 2019 por trabajo y desde que el volcán despertó su familia no para de reclamarle que regrese a casa. «Mi madre me llama y me pide que vuelva porque tienen mucho miedo», explica. 

Francisco Cutilla. El Periódico

Anoche asegura que no pegó ojo. «Me dormí a las 6.00 de la mañana y a las 8.00 ya estaba en pie», relata. «Los vecinos también estuvieron en vilo. Estuvimos pendiente de que el viento no produjera algún incendio que nos obligara a desalojar los hogares ya que no se sabía lo que podía pasar», explica. «Hoy está todo más tranquilo. Estoy en un grupo de WhatsApp de voluntarios para poder ayudar al que lo necesite», señala. 

Al término de la conversación con este periódico Cutilla pregunta: «¿No escucha el sonido?». Lo cierto es que los ruidos se escuchaban perfectamente al otro lado del teléfono. 

«Sentí miedo»

Un poco más al noroeste, a unos 20 kilómetros, en Tijarafe, se encuentra Eva María Muñoz Rodríguez, otra extremeña en la isla. Es de Aceuchal, tiene 53 años y lleva ocho allí. El domingo a las 15.00 horas se enteró de lo ocurrido por una llamada de su hermana. «Vive en Fuerteventura y me preguntó que qué tal. Nosotros estábamos bien, no habíamos sentido nada hasta horas después, que el ruido sí que se escucha. Me dijo que pusiera la televisión y ahí vimos que estaba cerca. La verdad es que sentí miedo y nervios», recuerda. «Días anteriores ya conocimos el nivel de alerta y lo que estaba pasando, pero no es lo mismo saberlo que vivirlo».

Eva María Muñoz Rodríguez. El Periódico

La pacense confiesa tener una mezcla de sentimientos difícil de expresar. «Es un acontecimiento histórico increíble, pero al mismo tiempo es un desastre. Empatizas con los que están perdiendo absolutamente todo», apunta. «Ayer nos acercamos por la noche a la zona del volcán. En un primer momento sentí adrenalina, pero al regresar y ver los destrozos fue cuando vi la magnitud del daño. La lava se traga las casas en cuestión de minutos. Es horrible. Lo peor es la cantidad de incendios que está produciendo. Impacta mucho». No obstante lanza un mensaje de tranquilidad para su familia: «A nosotros no nos va a pasar nada».

Muñoz destaca la labor de la gestión. «Me quito el sombrero por la actuación de las fuerzas de seguridad, servicios sanitarios y humanitarios. Están haciendo un trabajo encomiable».

Su mayor preocupación es la incertidumbre de no saber el final. «Lo que más me preocupa es no saber cuando va a terminar. Los vulcanólogos estiman que podría alargarse desde una semana hasta meses. Mi hija y mis nietos venían en octubre y aún no saben si podrán pese a que los aeropuertos están abiertos», zanja. 

Esto mismo es lo que le inquieta al almendralejense José García Martínez. «Me abruma el pensar cuando puede terminar. Puede durar siete días como puede durar un mes. Además de la lava y los incendios, los gases y el azufre son nocivos», dice. Llegó a La Palma con 22 años y ahora tiene 53. Es carnicero y justo estos días estaba de vacaciones y con su negocio cerrado. «Me llamaron unas amigas. Estaban en un restaurante y me fui a comer allí. Una de ellas recibió un mensaje de que el volcán ya estaba en erupción. Pusieron la televisión y nos enteramos de todo». De vuelta a casa, a las 23.00 horas de la noche no se lo pensó. «No podía dormir y como tengo una furgoneta me presenté allí. Cualquier ayuda es poca», cuenta. 

José García. El Periódico

La visión de los turistas 

Era por la mañana y Raúl Morales Calero, un pacense de 33 años, tenía planificado junto a su grupo de senderismo varias rutas en un viaje planificado a La Palma. Junto a él se encuentran otros dos vecinos de Badajoz. «Las actividades se cancelaron. Tenemos una casa alquilada y mientras estábamos comiendo nos llamó la propietaria. Nos dijo que el volcán acababa de entrar en erupción y no dimos crédito», relata. «De repente vimos una columna de humo enorme. Finalmente, nos acercamos a verlo. Es impresionante. Ver la lava y escuchar el sonido es demasiado impactante. Lloramos al verlo. La situación te sobrepasa», señala. «Realmente una catástrofe para todos aquellos que han sido víctimas y han perdido sus casas», destaca. «Sin embargo no deja de sorprendernos el vivir aquí este hecho que marcará la historia para siempre», acuña.

Raúl Morales Calero. El Periódico

Aún les queda viaje. Regresan a la península el domingo que viene y aunque sus familias les están pidiendo que regresen, tienen claro que eso no va a suceder. «Nos han cancelado excursiones, pero eso no significa que vayamos a volver. Entiendo la preocupación porque no están aquí para vivirlo. La isla es muy grande y nosotros no hemos sentido miedo en ningún momento. La gestión está siendo brillante», concluye.