Antes de que la pandemia estallara en España María Pérez y el resto de compañeros de la farmacia Ramírez del Molino (en la calle Menacho de Badajoz) ya empezaron a trabajar con mascarilla. «Fue empezar a ver que se disparaban los casos de covid en Italia y Francia, y nos pusimos ala mascarilla como prevención. Pero es verdad que al principio nos pusimos lo que encontramos, que no era la FFP2 que llevamos ahora», recuerda. Y lo que encontraron al principio les llegó tras recorrer los bazares, porque por el canal farmacéutico no había disponibilidad y las mamparas de metacrilato que les debían separar de los clientes no acababan de llegar con la avalancha de pedidos. 

«A estas alturas la tengo tan asimilada, que no me molesta. Llego a casa y no me entero de que la tengo puesta», reconoce la farmacéutica que augura aún un largo periodo de tiempo tras el tapabocas en su trabajo. «Aquí vamos a mantener la FFP2 aún por mucho tiempo. Creo que a estas alturas está claro que la vacunación ayuda, pero que lo que protege de los contagios son medidas como el uso de la mascarilla. Hasta que no esté claro que la pandemia no es ya un problema, vamos a seguir con ella y con las medidas de prevención que tomamos como comer separados », aventura. Y se muestra partidaria de que el uso obligatorio en interiores, que aún prevalece en España, siga en vigor. «Se siguen vendiendo mascarillas, pero es cierto que la gente va más relajada y que ahora muchos salen sin ella y vienen a comprarla porque se dan cuenta cuando quieren entrar en algún sitio», apunta.