Bodegas López Morenas no deja de recibir premios por la calidad de sus vinos y cavas. Sin embargo, en el éxito de estas bodegas la tecnología tiene un peso específico y decisivo. Bodegas López Morenas es probablemente la única industria de su tipo que puede calificarse de Industria 4.0.

Una de las áreas punteras de bodegas López Morenas es la zona de tetrabrick. Allí toda la maquinaria se encuentra integrada con el sistema informático de la empresa, de tal manera que cumple con todos los estándares de lo que debe ser una industria 4.0. Desde que se mete el rollo de tetrabrick hasta que llega a los almacenes todo está automatizado y tienen una completa trazabilidad de todo lo sucedido en el proceso. Los problemas de calidad quedan monitorizados y registrados, según explica Antonio Rodríguez, ingeniero y jefe de Operaciones. En definitiva, en bodegas López Morenas no hay trabajos manuales. El personal controla el proceso a través de unas pantallas táctiles. Una vez que el producto está en los almacenes existe un sistema de control de los palés desde que entran hasta que llegan al cliente final. Todo se gestiona con códigos QR, de forma que cada palé lleva la información en el código (lote de rollo de tetrabrick, ubicación en almacén e incluso quién lo ha cargado y a qué hora). En las instalaciones de López Morenas hay cinco líneas de tetrabrick que tienen una velocidad media de 7.500 envases a la hora.

La capacidad de embotellado supera las 8.000 botellas a la hora.

La capacidad de embotellado supera las 8.000 botellas a la hora. EL PERIÓDICO

Cuando se trata de botellas de vino el sistema es el mismo. Desde que entra a botella hasta que llega a los almacenes tampoco hay ningún tipo de manipulación y todo está totalmente trazado, que es básico en una industria agroalimentaria. La calidad que llega al cliente final está totalmente asegurada. En botellas hay cuatro líneas de embotellado, dos de ellas son a 8.000 botellas a la hora y las otras dos a 6.000 botellas hora aproximadamente.

Cuando se trata de botellas de cava extremeño el proceso es totalmente distinto, aunque también queda registrado desde que la uva llega a las instalaciones hasta que llega al cliente final. Primero tiene lugar la fermentación para transformar la uva en vino y otra segunda fermentación en botella. A través de los sensores informáticos se puede controlar todo el proceso. 

La diferencia entre cavas la marca el tiempo de fermentación en botella, que puede ser de 9 meses en segunda fermentación en el caso del Bonaval, y en el caso del Extrem, que es reserva, tiene que permanecer como mínimo 15 meses, aunque en López Morenas les dan 20 meses.