¿Qué opciones hay ahora para una gran fábrica de baterías en Extremadura?

¿Habrá una segunda fábrica de baterías de gran potencia que llegue a Extremadura? Con la incógnita de Volkswagen despejada ya y muy alejada de la región extremeña, la única opción para amarrar la oportunidad de desarrollar toda la cadena de valor del litio en la región, pasa por la posibilidad de que la segunda gigafactoría de la que ha hablado la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, se asiente en suelo extremeño. Desde el Gobierno central han deslizado la posibilidad de que haya varios proyectos en varias ocasiones, las más recientes, haciendo constar que en el PERTE del vehículo eléctrico había presupuesto suficiente para atender dos proyectos de esa índole.

Desde la Junta de Extremadura guardan silencio sobre ese posible proyecto, más allá de las palabras del presidente, Guillermo Fernández Vara, garantizando que habrá producción de baterías en la región: «Puedo garantizar y asegurar que en Extremadura se producirán baterías», dijo este miércoles tras conocerse que los planes del gigante alemán se quedan en Sagunto; y ya se había manifestado en la misma línea («vendrán otros») tras desinflare las opciones de Extremadura semanas atrás. Este jueves de nuevo se mostró convencido de que habrá nuevos proyectos industriales ligados al litio, en su comparecencia en el pleno de la Asamblea de Extremadura. A su juicio, la participación de la región en la carrera por el proyecto de Volkswagen muestra que está en disposición de competir con cualquier territorio. Lo cierto es que desde el Gobierno central siempre se ha apostado por fijar industria en Extremadura ligada al litio que se pretende extraer de su subsuelo de la región.

¿Hay alguna posibilidad con Renault o Stellantis?

La activación del PERTE a partir del 2 de abril despejará previsiblemente muchas dudas porque desde ese momento las empresas podrán presentar al Gobierno central sus propuestas para captar alguno de los 2.975 millones vinculados al desarrollo del vehículo eléctrico en España. Entre las posibles opciones estarían los planes por definir aún de los integrantes de la alianza que une a Renault, Nissan y Mitsubishi para acelerar sus proyectos de electrificación. Es una de las opciones, pero de momento lo que ha trascendido oficialmente y la empresa confirma sitúa la producción de baterías en Francia porque la firma tractora del grupo, Renault, «solo tiene previsto fabricar en sus plantas de España modelos híbridos». Hay medios especializados en motor que han apuntado ya a la posibilidad de que haya otro proyecto ligado a esta unión en suelo español y que sea Extremadura la región que lo acoja. 

Más alejada aún está la posibilidad de un proyecto ligado a Stellantis (la alianza que integran Peugeot, Citröen o Fiat), que también ha barajado un proyecto de almacenamiento en España, aunque esta semana ha confirmado que instalará en Italia su tercera planta de fabricación de baterías y ha criticado al mismo tiempo las condiciones del PERTE español.

Las principales bazas de Extremadura para hacerse con alguno de estos proyectos en el PERTE radican especialmente en la posibilidad de tener el recurso básico al alcance de la mano si proyectos como el de Lithium Iberia en Cañaveral prosperan y hay minería de litio en la región. De hecho, es uno de los elementos que ha reivindicado en los últimos días el presidente de la Junta. Pero otra de las fortalezas que destacan también los empresarios es la implantación de energías renovables y por tanto la posibilidad de reducir la factura energética de estas industrias en el caso de Extremadura. A esto hay que sumar, hablando de las ayudas vinculadas al PERTE del coche eléctrico, la posibilidad de que Extremadura pueda completar los fondos europeos con otras ayudas autonómicas por tratarse de una comunidad con escaso desarrollo industrial (una brecha que trata de limitar el plan de recuperación). 

Por otro lado, también hay puntos débiles, y parecen haber sido determinantes en el caso del proyecto de Volkswagen. Sobresalen entre ellos las comunicaciones (en especial las conexiones por ferrocarril con los posibles centros de producción) y también la capacidad para contar con suficiente mano de obra cualificada, dos elementos que ya han jugado en contra de la región.