«Todos los ingenieros técnicos tenemos una opinión consensuada, el eucalipto tiene sus luces y sus sombras, aunque en Extremadura son más sombras», destaca Iván Muñoz, el decano territorial del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados. En la región «el 80% de las plantaciones fueron un error, pero no se puede demonizar este árbol, como por ejemplo el pino, que cada vez tiene peor fama». Muñoz señala que hay zonas en el sur de Badajoz en las que «es la especie australiano o nada, porque no hay otra que pueda desarrollarse».

La consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio informa que este árbol exótico «no tiene condición de invasora ni es, de forma general, perjudicial para la biodiversidad en la comunidad». 

Por otra parte, Miguel Ángel Soto, responsable de bosques de Greenpace, indica que es «muy pobre biológicamente, no tiene una cadena trófica (alimentaria) asociada, las hojas no son utilizadas como alimento por los insectos y tampoco genera una asociación con muchos seres vivos». 

La historia en Extremadura

La demanda de pasta de papel y la posibilidad de instalación de una fábrica de celulosa en Navalmoral de la Mata y Mérida, proyectos que nunca llegaron a cuajar, llevó al Gobierno a fomentar la plantación de eucaliptos en la región. La primera repoblación comenzó en 1950 en una finca estatal en Ribera del Guadiana, en las proximidades a Badajoz, llegando a su auge entre 1960 y 1970, hasta las últimas plantaciones realizadas en 1984. 

Los datos con los que se trabajó para evaluar la rentabilidad de las plantaciones no fueron acertados y el eucalipto no cubrió las expectativas, una plantación que llegó a tener una superficie de 89.000 hectáreas. Se esperaban rendimientos anuales de 2,5 metros cúbicos por hectárea cada año, pero en Extremadura la producción media de los eucaliptos no alcanzó en muchos casos el metro cúbico, conforme a los datos de La conflictividad de las plantaciones de eucaliptos en España de Greenpace. 

La factura ambiental fue notable, por el impacto producido en ciertos espacios de alto valor ambiental que constituían el hábitat para especies como el buitre negro, el águila imperial, la cigüeña negra, o el lince ibérico de acuerdo con el informe de Greenpace.

Desde finales de 1980 la Junta inició distintos actos para finalizar con los eucaliptos, ahora pretende trasformar casi la totalidad de los eucaliptares de aquí al año 2032. 

Miguel Ángel Soto resalta que «destoconar un eucalipto es un drama, por los costes monetarios que provoca y los problemas por arrancar las raíces profundas que ocasionan un fuerte impacto en el suelo».

La demanda de pasta de papel y una fábrica de celulosa en Navalmoral y Mérida motivó la plantación

Extremadura no fue «la única comunidad donde se hicieron las cosas mal, pero la política forestal tuvo sus puntos a favor y en contra», señala el portavoz de Greenpace. Reitera que «sirvió para restaurar la cubierta forestal en muchas zonas donde hacía falta», como en las cuencas hidrográficas, pero el calculo en cuanto a producción de pasta de celulosa «no fue muy exitoso».

No obstante, Iván Muñoz recalca que la situación de Extremadura no es comparable con la del norte de España. Añade que «no se puede equiparar con las moratorias que hacen en Galicia o el País Vasco». 

En regresión

El terreno ocupado por esta especie en la región «está claramente en regresión», subraya la Junta de Extremadura. La comparación de los dos últimos inventarios marca una disminución de un 30,5%, pasando de más de 83.000 hectáreas en 2001 a las 58.000 de 2017. Una disminución de superficie que se debe «principalmente a los trabajos realizados de cambio de especie en aquellas zonas con baja productividad y crecimiento, sustituyéndolas por otras mejor adaptadas», destacan. 

El eucalipto ocupa casi 58.000 hectáreas del territorio extremeño, cerca del 3% de toda la superficie forestal de la región, presente de forma discontinua en las zonas de los ríos Alagón, Tajo y Guadiana, sobre todo en ésta última, al sureste de Mérida, conforme a los datos del cuarto Inventario Forestal Nacional para Extremadura publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de 2020.

Por otra parte, la repoblación está permitida pero sometida a autorización de la administración forestal, como el resto de especies; su introducción debe someterse a evaluación de impacto ambiental si se trata de primeras repoblaciones con una superficie superior a 25 hectáreas o si se pretende realizar en terreno agrícola. 

En lo que respecta al valor económico, la Consejería de Agricultura estimó que generó en 2020 unos 250.000 euros a propietarios particulares por la tala de 2.254 toneladas de eucaliptos con fines energéticos como el carbón vegetal, y unas 14.320 toneladas para la fabricación de pasta de papel de montes privados. Subrayan que la inversión privada no quita que los ayuntamientos o la Junta de Extremadura venda madera de los montes públicos de su propiedad procedentes de los aprovechamientos forestales.  

El eucalipto rojo, el que más abunda en la región, es el que «menos valor comercial tiene», mientras que el blanco es bastante mejor porque la madera es de mayor calidad, especifica Iván Muñoz.