el blog del cronista

La pobre Extremadura

A propósito de la novela que ha ganado el Premio Nadal, es cierto que en la región se ha pasado mucha hambre, pero no más que en otros lugares de España que no gozan del pedigrí de territorio anclado históricamente en la pobreza y la miseria

Imagen de Extremadura en plena hambruna.

Imagen de Extremadura en plena hambruna. / Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

Fernando Jiménez Berrocal

Fernando Jiménez Berrocal

Decía mi querido abuelo Benito, republicano y librepensador, que una cosa era la Extremadura pobre y otra muy distinta la Extremadura empobrecida. Viene esto a cuento de la polémica que se ha desatado a raíz de la concesión del Premio Planeta a la obra ‘Bajo tierra seca’ cuyo autor es el escritor vallisoletano César Pérez Gellida, una novela ambientada en la Extremadura de 1917.

Según el autor, pues la obra aun no está editada, el escenario extremeño era el ideal para situar un thriller donde el hambre y la miseria son esenciales para definir su paisaje literario, un lugar «hostil», según el premiado, como si el resto de la España de 1917 fuese un paraíso de felicidad. Ni que decir tiene que en esa época lo que se dice hambre y penuria estaban al corriente en otros muchos lugares de España, desde la Andalucía de terratenientes y desheredados, hasta la población marginal y proletaria que subsistía, a duras penas, en las grandes ciudades o los millones de desamparados que habitaban en otras regiones, desde Galicia hasta ambas Castillas. No es que se trate de convertir la pobreza en virtud, pues el atraso sempiterno ha sido el culpable de esa especie de leyenda negra que a Extremadura no le ha servido para nada bueno.

Las causas de los graves problemas que degeneraban en hambruna permanente para amplias capas de la sociedad son múltiples y quizás no sea este el momento, ni el lugar, para hacer un análisis exhaustivo sobre los inconvenientes que han propiciado esos desequilibrios, que al tiempo presente aun se encuentran tatuados a fuego en Extremadura en forma de ciertas carencias que nos identifican como comunidad. Es el caso del aislamiento ferroviario o aeronáutico o la escasez de infraestructura industrial. Lo cual no quiere decir que Extremadura sea una región pobre, pues anda sobrada de recursos, sino una región empobrecida como indicaba mi querido abuelo. 

Solo hay que hacer un pequeño recorrido por los datos económicos y sociales de la Extremadura de la primera mitad del siglo XX para aproximarnos a ese mundo de marginalidad y subdesarrollo que se ha convertido en seña de identidad histórico-social de nuestra región. Una región cuya población activa estaba representada esencialmente por jornaleros, carentes de otro medio de vida que no fuese el escaso emolumento que recibían cuando podían trabajar. Siempre en condiciones marcadas por los dueños del principal medio de producción, la gran propiedad que ocupaba la mayor parte del paisaje rural extremeño.

‘Bajo tierra seca’, de César Pérez Gellida, está ambientada en la Extremadura de 1917

1917, año en el que se sitúa la trama de la novela de Pérez Gellida, es un período de conflictos en toda España debido a un progresivo descontento social, a pesar de las balanzas comerciales positivas que se generan debido a la neutralidad española en la I Guerra Mundial.

Extremadura no es una región pobre; anda sobrada de recursos, sino empobrecida

Aquella Extremadura convertida en tierra de provisión, de la que salía cada año una ingente cantidad de lana, corcho, carne, carbón vegetal o fosfatos, no se beneficiaba en absoluto de avances en materia como la educación, la sanidad o las comunicaciones.

Actualmente ocurre lo mismo con la energía, un sector en el que a pesar de ser exportadores, escasea cuando se necesita para el desarrollo tecnológico de la región. Como ha ocurrido con el proyecto CC Green que parece ser inviable por no poder disponer de la energía que necesita este ecopolígono cacereño. Ver para creer.

Fue tierra de provisión, que no se benefició de avances en sanidad o en comunicaciones

Podríamos hacer un repaso a indicadores como el analfabetismo, la industrialización, la emigración, la propiedad de la tierra, los conflictos sociales o la evolución demográfica para acercarnos a esa Extremadura que sirve de contexto literario para que un escritor vallisoletano gane un prestigioso premio de novela.

Es cierto, en Extremadura se ha pasado mucha hambre, pero no más que en otros lugares de España que no gozan del pedigrí de territorio anclado históricamente en la pobreza y la miseria. Habrá que leer al flamante galardonado para opinar con más conocimiento de causa. 

 * Cronista Oficial de Cáceres.