Según las estadísticas, los tribunales de justicia admitieron a trámite, entre 1997 y el 2002, unos 118.692 sumarios sobre presunta corrupción de funcionarios públicos. Esta campaña de Manos limpias alcanzó a figuras de renombre como Chen Kejie, vicepresidente del Parlamento, condenado a muerte, o a protegidos de los principales líderes chinos.

Gao Yang, máximo responsable de la Corporación Estatal de Energía y amigo del presidente del Parlamento, Li Peng, cayó en desgracia y desapareció sin dejar rastro por sus corruptelas. La familia de Li también ha sido relacionada con varios escándalos financieros. De esta lacra tampoco se ha librado el primer ministro, Zhu Rongji. Uno de sus protegidos, Zhu Xiaohua, presidente del grupo estatal Everbright, fue condenado a 15 años de cárcel por aceptar sobornos.

Sin embargo, la efectividad de la lucha contra la corrupción es dudosa dado el cariz de la intervención del exsecretario general Jiang Zemin al inaugurar el congreso. Jiang proclamó que muchos de los que se sentaban allí eran reputados corruptos. Y las dudas no han hecho más que aumentar, pues en el Comité Central han incrementado su poder los llamados principitos rojos , los hijos de los dirigentes comunistas.