En la superficie, nadie diría que, a 21,3 metros bajo tierra, se está llevando a cabo una complicada y penosa operación para recuperar los cadáveres de uno de los convoyes atacados el jueves. Los pasajeros entran y salen con sus equipajes de la estación de ferrocarril de King´s Cross, que, además, es el punto de conexión de seis líneas del metropolitano londinense.

A escasos metros, una nube de fotógrafos y cámaras de televisión procedentes de todo el mundo intentan cazar la declaración de algunos de los familiares de las víctimas --que ayer se acercaron a cuentagotas hasta King´s Cross-- o, en su defecto, lograr una instantánea de los ciudadanos depositando ramos de flores ante la estación como homenaje a los muertos.

Prudencia ante la prensa

Cuatro bomberos departen tranquilamente ante la entrada de la estación, enfundados en monos de color marrón y amarillo. Siguiendo, muy probablemente, consignas de sus superiores, se niegan a dar información alguna de lo que sucede ahí abajo. "No hay ninguna información adicional que ofrecer; no se está desarrollando ninguna operación de rescate en referencia al rescate de posibles víctimas que pudieran estar todavía con vida. La policía forense es la que está trabajando ahí abajo", responde a este diario un bombero que ni siquiera quiere dar su nombre.

Pero lo cierto es que, tal y como ya lo han admitido los responsables policiales londinenses, la línea Piccadilly, que atraviesa el centro de Londres y llega hasta el aeropuerto de Heathrow, tardará todavía mucho en recuperar una completa normalidad. Tres días después de la cadena de atentados, los cadáveres de los pasajeros que viajaban en el convoy todavía no han podido ser recuperados. "El calor y el polvo hacen que las condiciones de trabajo sean extremadamente difíciles en el estrecho túnel", admitió ayer, en rueda de prensa, Andy Trotter, el jefe adjunto de la Policía de Transportes.

Situación desagradable

A lo largo del viernes y de la jornada de ayer, las autoridades policiales londinenses se deshicieron en explicaciones para justificar que no hayan podido ser recuperados los cuerpos de los que viajaban en el convoy, y que ni siquiera se pueda ofrecer una cifra exacta de los cadáveres que se hallan entre los hierros retorcidos del tren. La policía calcula que podrían ser alrededor de 20. "La situación es extremadamente desagradable", apuntó el segundo de la Policía Metropolitana, Jim Dickie.

Sin prisa alguna ya por salvar vidas, la explicación por la lentitud de los trabajos es que se trata de una labor peligrosa, y que hay que ir con cuidado para no eliminar pistas o posibles pruebas inculpatorias.

La policía ya ha dado a entender que los trabajos para recuperar los cuerpos tardarán todo lo que tengan que tardar, y que no admitirá presiones procedentes de la prensa para acelerar las operaciones. Andy Hayman, de la rama de Operaciones Especiales de la policía de Londres, admitió a la agencia Reuters que los equipos temen que en el aire haya "sustancias peligrosas".

A falta de testimonios concretos, tan sólo circulan especulaciones sobre la dura realidad que esconde el subsuelo de King´s Cross, a unos centenares de metros de la siguiente parada, Rusell Square. Un trabajador de mantenimiento que aseguró haber visto el vagón afectado se limitó a decir que había visto "escenas espantosas".

"Conseguimos llegar hasta el vagón; el olor era insoportable", continuó su relato el operario, sin precisar el número de cadáveres que pudo contemplar en el vagón.

Seis vagones componían el convoy atacado. Una de las posibilidades que se barajaban para que los operarios puedan llegar hasta el vagón donde se encuentran los cuerpos consiste en desenganchar los cuatro o cinco últimos coches, situados en la cola del convoy, y remolcarlos hasta la estación de King´s Cross, lo que permitiría un mejor acceso al vagón de cabeza, que fue en el que los terroristas colocaron los explosivos.

Túneles estrechísimos

Viajar por la línea Piccadilly constituye todo un desafío para viajeros que padecen de claustrofobia. A diferencia de otros metros, donde los túneles son anchos y están diseñados para que puedan circular trenes en ambos sentidos, en este tramo de la línea Piccadilly los convoyes van por estrechos túneles con sentido único.

Los trenes prácticamente ocupan la totalidad del estrecho espacio por el que circulan.