Bolivia se debatía ayer entre la euforia nacionalista y la inquietud, después de que su presidente, Evo Morales, decidiera por decreto la nacionalización del gas y del petróleo, e insinuara procesos similares en otras áreas sensibles de la economía del país. Mientras de madrugada miles de consumidores presos por el pánico a la escasez dejaban sin combustible a las gasolineras de La Paz, Morales salía al balcón de la sede del Ejecutivo para saborear lo que en su entorno se considera como su triunfo político.

Ante miles de personas, dijo que la nacionalización de los hidrocarburos es apenas un primer paso dado por el Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). "Mañana será la minería, lo forestal, todos los recursos naturales", profetizó. Y luego la tierra, en manos privadas.

Pocas horas después de dar a conocer el decreto por el cual el Estado se hace cargo de toda la cadena de producción y comercialización de los hidrocarburos, la actividad en las refinerías se desarrollaba ayer con "normalidad": el Ejército mantenía la vigilancia en las 56 plantas para evitar, según las autoridades, posibles sabotajes. El decreto provocaba opiniones encontradas. Algunos destacaron la decisión de recuperar las viejas banderas nacionalistas de las Fuerzas Armadas, protagonistas de dos procesos de estatalización de los hidrocarburos en los años 30 y 60.

"Repsol YPF tendría que aceptar estas condiciones porque no tiene otras reservas importantes en el mundo, y si las pierde le quedaría muy poco para seguir llamándose empresa petrolera", dijo el analista económico Humberto Vacaflor en las páginas de La Razón boliviana. En conversación telefónica con este diario, Carlos Toranzo, uno de los principales analistas de Bolivia, estimó que las medidas tienen una "extraordinaria popularidad", pero dejan en el aire la pregunta de cómo implementarlas. Las nacionalizaciones pasadas, precisó, afectaban a empresas de EEUU. Pero, en este caso, afectan a Petrobras, dueña de buena parte del mercado del gas, que perdería 1.500 millones de dólares (1.185 millones de euros).

"Este giro inhibirá la llegada de inversiones y le augura al país un horizonte político internacional difícil", agregó Toranzo. En declaraciones al canal Unitel de La Paz, el analista Carlos Cordero reconoció la "audacia" del decreto, pero desconfió de su éxito. "Quienes se han atrevido a nacionalizar han durado poco".

CONSECUENCIAS REGIONALES Los anuncios tienen grandes repercusiones en Brasil y Argentina, sus principales compradores de gas. El entorno del presidente argentino Néstor Kirchner todavía no sale de su sorpresa, según el diario Clarín . Argentina prevé una muy dura negociación con su vecino, dispuesto a aumentar el precio del gas que exporta. Lo mismo piensan los consejeros del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que convocó ayer una reunión de urgencia.