La confusión crece alrededor de la catástrofe del vuelo Río de Janeiro-París, desaparecido el lunes en plena tormenta con 228 personas a bordo. Ni siquiera está claro que los restos encontrados en el océano Atlántico por el Ejército brasileño pertenezcan al avión siniestrado. La única certeza es que hubo un problema de velocidad. Airbus envió una circular a las compañías aéreas que utilizan sus aparatos para recordar a los pilotos las medidas que deben tomar ante "mediciones de velocidad incoherentes" y condiciones meteorológicas adversas.

"Por el instante, no comprendemos nada", reconoció ayer el ministro francés de Ecología y Transportes, Jean Louis Borloo, al tiempo que reivindicó la "prudencia" mantenida por Francia.

Después de haber anunciado el hallazgo de los restos del A330 a 650 kilómetros del archipiélago Fernando de Noroha, resulta que el primer trozo rescatado de las aguas por un helicóptero brasileño no se corresponde con las piezas del avión. Se trata del pedazo de un casco de navío. Brasil se mantuvo en su convicción de que los demás restos avistados pertenecen al Airbus, pero hay que esperar a que se saquen del agua.