China ejecutó ayer a Akmal Shaikh, condenado por narcotráfico, a pesar de la campaña global y las presiones políticas que había despertado su caso. La diferencia entre Shaikh y el resto de los 1.700 ajusticiados anualmente en China según Amnistía Internacional, o los 6.000 según los datos de la fundación estadounidense Dui Hua (la cifra es un secreto de Estado), todos mediáticamente irrelevantes, es su pasaporte: Shaikh es inglés, lo que le convierte en el primer europeo ejecutado en China en los últimos 60 años.

El caso ha enturbiado las relaciones diplomáticas entre Londres y Pekín, enredados en discusiones sobre el garantismo de la justicia china o las intromisiones en los asuntos internos. La UE, a través de la presidencia sueca, lamentó "profundamente" que China hiciera caso omiso de las reiteradas peticiones de que la pena capital fuera conmutada por otra pena.

Nacido en Pakistán y padre de cinco hijos, Akmal Shaikh fue apresado en el aeropuerto de Urumqi (provincia de Xinjiang) con cuatro kilos de heroína pura en su maleta. China contempla la pena de muerte a partir de 50 gramos. La sentencia fue ratificada por el Tribunal Supremo y ejecutada en la mañana de ayer mediante inyección letal. Dos sobrinos visitaron recientemente al condenado.

Las peticiones de clemencia del Gobierno británico, organizaciones de derechos humanos y familiares del finado no incidían en la brutalidad de la aplicación de la pena de muerte en general, sino en la supuesta enfermedad mental de Shaikh, sobre la que no hay acuerdo. Este había alegado en el juicio que desconocía el contenido de la maleta, que habría aceptado llevársela a unos tipos a cambio de que estos le convirtieran en estrella del pop.

TRASTORNO BIPOLAR Según Reprieve, oenegé contraria a la pena de muerte, padecía trastorno bipolar, una enfermedad maníaco depresiva. El tribunal pidió documentos al Gobierno inglés y a la familia que acreditaran esa supuesta enfermedad. China aclaró que los documentos del primero no la probaban y desveló que la familia no había podido aportar ninguno.

"Condeno la ejecución de la forma más contundente, y estoy horrorizado y decepcionado porque nuestras continuas peticiones de clemencia no han sido atendidas", dijo el primer ministro británico, Gordon Brown, en un comunicado inusualmente duro. Poco después respondía la portavoz de exteriores china, Jiang Yu: "Manifestamos nuestro descontento ante las acusaciones sin fundamento británicas".