En septiembre del 2009, la Agencia Internacional de la Energía Atómica aprobó una resolución en la que instaba a Israel a sumarse al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y a abrir sus instalaciones atómicas a los inspectores internacionales. La resolución quedó en papel mojado, pero fue una llamada de atención para Israel. Esta vez su primer ministro no ha querido asumir riesgos. Binyamin Netanyahu canceló ayer su asistencia a una cumbre sobre seguridad nuclear en Washington por temor a que se renueven esas exigencias.

Netanyahu iba a viajar a la cumbre de la semana que viene después de haber obtenido garantías de EEUU de que el comunicado de la cumbre se centraría en las formas de prevenir que los grupos terroristas se hagan con armas atómicas. Pero, según un oficial israelí, su país ha sabido que "algunos países musulmanes, encabezados por Egipto y Turquía, planean exigir que Israel firme el TNP".

El Estado judío mantiene una política nuclear ambigua. Ni acepta ni desmiente su tenencia de armas atómicas, aunque se cree que tiene al menos 200 cabezas nucleares. Con Corea del Norte, Pakistán e India, es el único país que no ha firmado el TNP.

Pero hay otra posible lectura a la ausencia de Netanyahu: su escasa química con el anfitrión, el presidente Barack Obama.

RENOVACION JUDICIAL Mientras, Obama tiene otro frente abierto, esta vez en su propio país. En 16 años, los demócratas no habían podido elegir a ninguno de los nueve jueces del Supremo en EEUU. Ahora, Obama, que ya pudo nombrar a Sonia Sotomayor para el alto tribunal, tiene otra oportunidad: John Paul Stevens, que cumplirá 90 años, dijo ayer que se retira este verano. Así, da tiempo para que Obama elija al sucesor y que sea ratificado en el Senado antes del reinicio de sesiones del Supremo en octubre.