En los años 80 la mina La Parrilla, en Don Benito, Santa Amalia y Almoharín, produjo el 68% del total nacional de volframio. Pero su futuro ya estaba escrito en forma de Expediente de Regulación de Empleo en esa misma década.

Atrás quedaban años de apogeo de este metal que comenzó a despertar una gran demanda para los blindajes de los vehículos y la fabricación de armamento bélico durante la Segunda Guerra Mundial. Esta necesidad puso en el mapa un gran número de yacimientos y explotaciones en Extremadura y otras comunidades, de pequeño tamaño la mayoría, exceptuando La Parrilla, de gran importancia. Comenzó a operar en 1951 y llegó a producir hasta 1.000 toneladas de volframio. Pero el fin de los conflictos determinó el descenso de su precio. A esto se unió años más tarde el crecimiento de la producción de este metal en China y las inundaciones en las canteras de La Parrilla, puesto que esta zona fue un balneario de aguas minerales antes de convertirse en un yacimiento a explotar.

Todas estas circunstancias dieron al traste con décadas de actividad en la mina extremeña y desembocaron en dos Expedientes de Regulación de Empleo, por los que fueron despedidos más de medio centenar de trabajadores que en los 80 mantenían sus puestos, aunque la mina llegó a tener hasta unos 200 empleados.

Tras el fin del segundo ERE presentado en la mina, el Banco de Crédito Industrial y Banesto se unieron en una sociedad que tenía por fin reflotar la mina ante las adversidades. Corría el año 89 y el BCI estaba dispuesto a invertir 1.500 millones de pesetas en la reapertura de esta explotación. Pero el dinero no llegó y los últimos 57 empleados fueron despedidos definitivamente en el 89.