86 años y 65 ediciones después de que Margarita Xirgu diera vida a una Medea de Séneca en versión de Miguel de Unamuno, el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida se ha convertido en uno de los eventos culturales más importantes del país. Impulsor de las artes escénicas, motor de la economía regional y polo atrayente de turismo, el certamen ha sido galardonado con la Medalla de Extremadura después de que el Ayuntamiento de Mérida presentara este año la candidatura.

Además de su importancia cultural, el Ejecutivo destaca que el Festival es «ejemplo en su trayectoria» desde su creación y con esta medalla, señaló ayer Fernández Vara, se pretende reconocer «el trabajo callado de mucha gente durante muchos años». El Festival está viviendo en los últimos tiempos uno de sus mejores momentos y su director, Jesús Cimarro, quiso agradecer a la Junta el reconocimiento a «una de las banderas culturales» de Extremadura. En esta línea, Cimarro destacó el «hito» que ha supuesto la obra ahora en cartel, Metamorfosis, que llegará a los 34.000 espectadores.

Tras ver la luz en 1933 con la Medea de Séneca encarnada por Margarita Xirgu y una segunda edición en 1934, el certamen bajó el telón por la tensión política que había en España y no retomó su actividad hasta 19 años más tarde, en 1953. Actualmente es el más antiguo en su género de los que se celebran en España.

Ha ofrecido más de 200 representaciones y una interminable lista de profesionales del teatro han desfilado por la arena del milenario Teatro Romano, el de mayor aforo de España con 3.000 espectadores y que encabeza el conjunto arqueológico de Mérida, declarado Patrimonio de la Humanidad. A lo largo de sus ediciones, los textos de los grandes autores de la literatura griega y romana como Séneca, Plauto, Sófocles o Eurípides han resurgido de la antigüedad colocándose en primera línea del panorama teatral con temas, como sostienen los intérpretes que les dan vida, de plena actualidad.