«Todos los días hay clientes que me preguntan si será la última vez que les corte el pelo y les respondo sinceramente: no lo sé». El peluquero Manuel Romero, conocido por todos como ‘Willy’, podrá seguir al frente del negocio que abrió en 1972 en las traseras del convento de las Concepcionistas porque la justicia le ha dado la razón: tiene un contrato de alquiler en vigor y el Ayuntamiento de Mérida, que quiere derribar el edificio para construir una nueva plaza, no puede echarle. 

Lo que no se sabe es por cuánto tiempo, porque la delegación que preside Carmen Yáñez ya ha iniciado los trámites para la expropiación forzosa de los derechos arrendatarios. El consistorio alegó para cesar el contrato que Willy percibe una pensión de jubilación, pero el magistrado entiende que es compatible con la actividad que realiza y que por tanto, no es motivo para la extinción forzosa de la renta. 

Tampoco lo es que las monjas franciscanas le comunicaran en 2018 su intención de no prorrogarla, puesto que ha seguido pagado en tiempo y forma los recibos (primero a las religiosas, después al juzgado y desde que se formalizó la compra, al ayuntamiento) sin que por ninguna de las partes se haya iniciado un procedimiento de desahucio. «El contrato de arrendamiento se encuentra en vigor y la demanda debe ser íntegramente desestimada», recoge en su sentencia el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Nº 4 de Mérida. 

Contra el fallo cabe recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Badajoz, pero el ayuntamiento ha desestimado esta posibilidad: en la Junta Local de Gobierno celebrada el 6 de octubre se acordó la ejecución de la sentencia, que condena al consistorio a pagar las costas. Posteriormente, el 25 de noviembre, se aprobó el inicio del expediente de expropiación forzosa justificado en el interés público del proyecto. 

¿Qué ocurrirá ahora? «Pues no lo sé, pero yo voy a seguir adelante hasta el final. La peluquería es mi vida. No me quiero ir, sin peluquería no soy nada. Por eso aunque tengo 74 años sigo trabajando», afirma Willy. Si la peluquería no se cierra, la remodelación urbanística planteada para esta zona de Mérida no podrá llevarse a cabo tal y como está planteada. 

Próximo derribo

El proyecto del arquitecto José María Sánchez contempla el derribo de todas las dependencias que no tienen valor histórico para liberar el acceso a lo que hoy es el centro del convento. Esto incluye la peluquería de Willy, otro local comercial colindante cerrado y las viviendas que ocupaban las monjas. La idea es conservar solo la iglesia gótica, el campanario, una pintura de la Virgen de Guadalupe y parte de las portadas en las esquinas con el Rincón de los Poetas y la calle Beatriz de Silva. 

El ayuntamiento adquirió el solar (3.000 metros cuadrados) a la congregación por 900.000 euros en el verano de 2019, pero no ha sido hasta el pasado mes de marzo cuando notificó a Willy que debía dejar el local «en 15 días». El peluquero reclamó y finalmente la justicia le ha dado la razón, lo que no ha impedido que el pasado 24 de noviembre la Delegación de Contrataciones sacara la obra a licitación por importe de 2,5 millones de euros. Las empresas pueden presentar ofertas hasta este martes, con idea de que la obra empiece a principios de 2022. Eso sí, a la espera de que la justicia autorice el desahucio.