Son apenas las 10 de la mañana pero en la gasolinera de la avenida Reina Sofía de Mérida ya están reponiendo uno de los tanques de combustible. Esta estación de servicio, ubicada junto al hotel Velada, es en estos momentos la más barata de la capital autonómica para repostar carburante «de marca» y con la escalada de los precios, se ha desatado la locura: las largas colas de vehículos a la espera de llenar el depósito son ahora la estampa habitual. Y al ubicarse en una de las principales arterias de Mérida, los atascos que se generan han obligado a la Policía Local a intervenir ya varias veces.

Coches, camiones, caravanas, furgonetas e incluso vehículos de reparto que en algunas ocasiones han tenido que esperar hasta «casi una hora» para llenar el depósito. La empresa no quiere hacer declaraciones, pero todo obedece a una estrategia comercial, tal y como demuestra el enorme cartel situado en el poste principal: «Bajamos los precios, mantenemos la calidad». Este viernes el litro de gasoil se vendía a 1,80 euros y el de gasolina a 1,81 (1,94 y 1,93 euros, respectivamente, para sus versiones premium), cifras que se sitúan por debajo incluso de las tarifas que están ofreciendo ahora las gasolineras low cost en la capital autonómica y su entorno. 

Por el «boca a boca» 

En la cola para repostar su furgoneta estaban este viernes José Manuel y Alfonso, trabajadores de la empresa Multiservicios Nieto. Cada día chequean los precios de los surtidores por los que pasan en sus desplazamientos habituales y lo tienen claro: prefieren hacer la cola en Reina Sofía. «Es la más barata, sin duda».

Francisco Molina, otro cliente, ha echado 30 litros de gasoil que le han costado casi 55 euros. Está prejubilado y solía repostar en otra estación de servicio más cercana a su casa, pero por el «boca a boca» le llegó que esta era la más barata y ahora él y toda su familia echan aquí la gasolina. «Lo he comprobado, en Los Milagros está casi a 1,90 y en el resto más o menos», afirma. «Como está la situación y como dicen que se va a poner con la guerra de Ucrania y todo, hay que mirar el céntimo que nos podamos ahorrar», dice convencido. 

Pero esta gasolinera no tiene solo clientes de Mérida. Amanda es de Villagonzalo y aprovecha un viaje a la capital por una consulta médica para llenar el depósito. «Normalmente solía hacerlo en el pueblo, pero allí el precio está disparado», explica mientras sostiene la manguera de combustible. En su caso, que se desplaza diariamente a Badajoz por motivos laborales, todo ahorro en combustible es poco: calcula que ahora está gastando 20 euros al día en el desplazamiento, frente a los 10 o 12 de hace solo unas semanas. ¿Y compensa? «No me queda otra», responde resignada.

Hasta dos euros por litro

Son los protagonistas de una estampa insólita en Extremadura, donde en algunas estaciones de servicio el litro de combustible ya ha alcanzado el récord histórico de los dos euros por litro. 

En plena escalada de precios por la subida del petróleo tras la invasión de Ucrania, en más del 40% de las gasolineras extremeñas se han sobrepasado los 1,8 euros por litro de diesel, una cifra que también rebasan el 60% de los puntos de venta en el caso de la gasolina. Los efectos del conflicto no solo están haciendo que los precios de los carburantes alcancen niveles nunca antes vistos en España, también que el coste de ambos prácticamente se iguale. 

Desde la Asociación Regional de Estaciones de Servicio de Extremadura (Aresex), apuntan que la escalada del precio de los carburantes es «insostenible» tanto para el sector como para el usuario. En declaraciones a Efe, el presidente del colectivo, Fernando Mena, muestra su «preocupación» ante estos incrementos que se han producido y sobre todo ante la previsión de que «vayan aún a más», lo que ha llevado a los extremeños a llenar sus depósitos por lo que pueda pasar. 

Sin embargo, asegura que esta mayor actividad en los últimos días no compensa la difícil situación que afrontarán las estaciones de servicio, por lo que no se descartan algunos cierres temporales a corto plazo. «No sería ilógico pensar que algunas gasolineras aprovechasen para hacer obras u otras circunstancias para ganar tiempo», indica Aresex.