El 3 de diciembre se paró el mundo para la familia de Pablo Sierra Moreno, el estudiante de Matemáticas de 21 años al que esa madrugada se le perdió la pista tras salir de un bar del centro de Badajoz en el que estaba con sus amigos. Iba a coger un taxi para regresar a su residencia universitaria, la Rucab, pero nunca llegó. Quince días en vilo para su familia y amigos y para el conjunto de la sociedad extremeña, que siguió minuto a minuto su búsqueda con el corazón encogido. El hallazgo de su cadáver pasadas las diez de la mañana del 17 de diciembre en El Pico del Guadiana, a pocos metros de donde se había hallado su teléfono móvil horas después de su desaparición, truncó las ya entonces escasas esperanzas de encontrarlo sano y salvo. Durante dos semanas, con la Policía Judicial al cargo de la investigación, se buscó incansablemente al joven por tierra, agua y aire. Un perro de la Unidad de Guías Caninos de Madrid y los buzos de los (GEO) de la Policía Nacional lograron hallar su cuerpo, ayudando así a apaciguar la angustia de su familia y permitiendo que le dieran el último adiós. Fue en el cementerio de San Carlos Borromeo de Salamanca, en la intimidad, por deseo de sus padres y hermanos. La investigación (aún abierta y con las actuaciones bajo secreto de sumario al cierre de este anuario), apunta a «un fatal accidente» como la causa de su muerte.

El caso de Pablo ha centrado gran parte de la actualidad informativa del último mes del año, en el que también fue protagonista el concejal cacereño Andrés Licerán, al que conducir sin la ITV pasada y sin seguro le ha costado la delegación de Tráfico y la portavocía del gobierno en el Ayuntamiento de Cáceres, además de una lluvia de críticas. El alcalde de Cáceres, Luis Salaya, reconoció que su credibilidad había quedado resquebrajada, pero lo mantuvo en sus otras responsabilidades y dio la crisis por zanjada.

Pero diciembre deja tras de sí otras historias más esperanzadoras, como el inicio de la vacunación de los escolares de entre 11 y 9 años en los colegios extremeños. «No ha sido para tanto» fue una de las frases más repetidas por los alumnos que recibieron los primeros pinchazos, que se enfrentaban a este momento con cierto temor por las reticencias que genera para la mayoría una aguja y por no poder estar acompañados por sus padres. La campaña seguirá tras las vacaciones de Navidad, cuando les tocará el turno de inocularse a los más pequeños. A pesar de ello, el virus no da tregua y las nuevas imágenes de los niños vacunándose se mezclan con otras que desgraciadamente se repiten: las de los cribados masivos ante una incidencia de la covid-19 que parece imparable.

Pese a la pandemia, la vida sigue y hay quienes ven cumplidos sus sueños pese a las dificultades. Es lo que les ha pasado a los hermanos Hernández Talaván que, con su restaurante Versátil, en la localidad cacereña de Zarza de Granadilla, han logrado su primera estrella Michelin, situando su establecimiento de la España Vaciada en el olimpo gastronómico.

Muy cerca de este lugar se sintieron los impulsores de la campaña para recuperar la campana de la torre de Espantaperros, en Badajoz, que ha sido sufragada por suscripción popular, al oírla repicar 143 años después el pasado 22 de diciembre. Quizás sea símbolo de que todo puede volver a ser como era.