Irene Frías (Almendralejo, 1989) ha hecho de la caza y persecución de las brujas uno de sus principales objetos de estudio. Esta historiadora hoy reside en Cáceres y es profesora de Estudios Sociales. 

-¿Cómo ha evolucionado la percepción de la sexualidad femenina a lo largo de la historia?

-La sexualidad femenina ha estado plagada de mitos, desconocimiento y falsas percepciones. Esto estaba unido a que la mayoría de los estudios médicos y psicológicos sobre el cuerpo y la sexualidad femenina estuvieron elaborados por hombres. A lo largo de la historia la sexualidad femenina siempre ha quedado circunscrita a la idea y a los parámetros de sexualidad que los hombres tenían de la misma.

-En lo relativo a la caza de brujas, ¿jugaba la sexualidad un papel en esta persecución?

-Sí que tiene un claro componente. La idea de que el sexo femenino era más proclive a caer bajo la influencia del demonio por su debilidad tenía una estrecha relación con los escritos de teólogos medievales y escritores cristianos que profundizaron en la idea de la mujer como culpable del pecado original. Pero sin duda alguna el trabajo que puso en el punto de mira la sexualidad femenina en la caza de brujas fue el famoso Malleus Maleficarum de Heinrich Kramen y Jacobs Sprenger.

-¿Siente que hoy se ha logrado vencer el tabú del sexo y el autoconocimiento para el placer de las mujeres?

-Creo que, aunque todavía nos queda camino por recorrer, en la actualidad sí que nos estamos deshaciendo de esa losa que es el tabú con respecto al sexo y a nuestro propio cuerpo. Recuerdo que cuando era adolescente, entre amigas, pocas o escasas veces en nuestras conversaciones estaba la autoexploración corporal. Teníamos muy interiorizada la idea de que los chicos sí tenían una relación más estrecha con el sexo y con su cuerpo, sin embargo, nosotras no, y si la teníamos lo callábamos o respondíamos con una cara de falsa repulsión. Por suerte, pienso que esto está cambiando. ¡Nuestro cuerpo y sexoexisten! No es un algo mitológico.