Nada mejor para contemplar la obra representada ante nuestros ojos que tomar cierta distancia. Basta con echarse unos metros hacia atrás y la percepción de lo que tenemos delante cambia de forma sustancial, mostrando toda su dimensión sin perder los detalles que hacen especial ese lienzo o mural. Algo así sucede con El Periódico Extremadura y la plenitud que alcanza en su 95 aniversario. Conviene tomar distancia para apreciar todo lo que representa para Cáceres y para Extremadura entera.

En el 2002 tuve el privilegio de compartir con mis compañeros en la Redacción la reconstrucción de la historia del periódico para su ochenta aniversario. Del sepia al color. Todo un periplo. La inmersión en textos, imágenes y documentos mereció la pena. Todo un aprendizaje.

Hace cinco años, de nuevo, tuve ocasión de celebrar, ya lejos de Extremadura, la efeméride del noventa aniversario. Y recordé aquel pedazo de historia en que se había convertido el diario. En pocas ciudades y en muy pocas comunidades autónomas, referí, se puede considerar a un periódico como un activo propio de una tierra.

Pero en estos años no solo es historia lo que ha acumulado en sus páginas este diario que tienen hoy en sus manos, cuidadosamente condensada en este suplemento especial. Este activo de papel de todos los extremeños se ha pegado a las necesidades de sus lectores, y como ellos, ha avanzado. Lo ha hecho transitando lejos de las grandes avenidas que estaba acostumbrado a recorrer, y ha optado, como la propia sociedad, por difíciles veredas cuyo final no se acierta todavía a percibir. Me explico. Es el salto a un entorno digital, el de nuestro presente ya, que no futuro, lo que ha sabido afrontar el periódico. Es la convivencia entre el papel y la web. Y eso, más allá de la historia acumulada, es una muestra de sabiduría.

No es fácil la aventura

digital, como para tantos y tantos medios. Pero, como señalé en su momento, haberse convertido en protagonista accidental de la vida de cientos de miles de personas, en discreto administrador de sus inquietudes, y casi siempre en puntual compañero de viaje, permite afrontar los retos con seguridad y certidumbres, que es precisamente lo que hoy en día escasea en cualquier latitud mediática.

El Extremadura ha sabido cambiar de piel, pero su esencia permanece. Muchos consideran que comprar hoy en día un periódico es un acto poco menos que de romanticismo. Sin embargo, pocos optan por mirar hacia otro lado y dar la espalda a la información, un menú que se sirve actualmente sobre distintas bandejas. Y ese es el acierto. Sin renunciar a la profundidad y el análisis que ofrece el papel, un periódico no debe desatender a la inmediatez que brinda Internet. Noventa años dan para hacer historia, pero también para apilar toneladas de sabiduría. Enhorabuena a mis compañeros y a sus lectores. k