Si algo he aprendido en estos más de 25 años en El Periódico Extremadura es que los verdaderos protagonistas del día a día de un periódico no son los que habitualmente pueblan sus páginas. Y lo sé porque este último cuarto de siglo lo he pasado escribiendo para nuestro departamento Comercial, el motor económico de toda empresa, en ocasiones denostado por los propios periodistas por una mal entendida salvaguarda de la independencia de nuestro oficio.

Nada más lejos de la realidad.

La publicidad proporciona los ingresos necesarios para pagar las nóminas en una época en la que el quiosco pierde peso a pasos agigantados e Internet aún no se conforma como la gran vía de financiación de la prensa regional. En estos últimos 25 años el departamento Comercial ha sido -aunque los nombres de sus protagonistas no aparezcan publicados salvo excepciones- quien ha exudado tinta para lograr la continuidad de una empresa siempre sujeta a los vaivenes y azares de la economía y la política.

Recuerdo que cuando llegué

a El Periódico Extremadura Matías Rumbo era su director comercial. Con él hice miles de kilómetros en pos del anunciante, en fiestas de pueblo, en fábricas lejanas, en ferias instaladas en eriales. El Periódico Extremadura dio con él un salto de gigante en los años noventa. Rumbo, perteneciente a una saga familiar que continúa en la brecha, puso en marcha junto a otros profesionales los Premios Empresario Extremeño del Año que ya superan las 22 ediciones y que constituyen el buque insignia de nuestros suplementos. Con él aprendí mucho y es justo que -tan reciente su desaparición- le rinda homenaje en éste. Él formó a una pléyade de comerciales que se afanaron buscando clientes, profesionales del módulo publicitario que no aparecen en nuestras páginas salvo contadísimas excepciones y que merecen mi más profundo respeto después de verlos trabajar en circunstancias muy adversas.

También administración

y distribución tienen que reivindicarse en estas líneas. La gestión económica de la empresa no es moco de pavo, así como que lleguen los ejemplares hasta el último rincón de nuestra geografía. Son miles de llamadas de teléfono, de facturas, de asientos contables que, aunque no son visibles en el ejemplar en papel o la edición digital, hacen posible la supervivencia de la prensa regional.

maquetación, diseño e imagen

también son secciones que no tienen el relumbrón de la redacción pero son claves. En este aspecto quisiera recordar a Eulalio Llanos, fallecido en 2017, maquetista y después comercial, que ejemplifica a muchos trabajadores que pasaron por el Periódico Extremadura, se dejaron la vida en él y desaparecieron suavemente, sin que los lectores lo notaran. Para todos los trabajadores de la casa, pasados, presentes y futuros, visibles e invisibles, expreso aquí mi admiración como héroes y artífices del milagro cotidiano que es un periódico. k