Cuatrocientos días lesionado, un último año en el Atlético de Madrid sin apenas ser titular y varios fichajes frustrados parecían haber puesto fin a la carrera futbolística de Francisco Narváez Manchón, Kiko, (Jerez de la Frontera, 1972), uno de los estandartes del balompié español durante la década de los 90.

De hecho, era un desenlace que tenía ya casi asumido. Sin embargo, la llamada de un amigo y excompañero suyo, Juan Francisco Rodríguez Juanito , que acababa de estrenarse como presidente del CF Extremadura, le hizo cambiar de idea y convertirse, de la noche a la mañana, en el ídolo de la afición azulgrana y en un verdadero fenómeno social en Almendralejo. "Vengo para ayudar al equipo, no para ser la mascota del club y llevarme todas las fotografías", aseguró con su habitual gracejo este gaditano, que lo único que pidió a su llegada a la afición almendralejense fue "paciencia y comprensión, aunque puede estar segura de que voy a darlo todo".

Kiko debutó con el Extremadura en Jerez, su pueblo natal, en un partido que los azulgranas ganaron en el último suspiro y en el que el público le recibió con división de opiniones: muchos jerezanos todavía no le perdonan su paso por las filas del eterno rival, el Cádiz.

En los meses que estuvo en Almendralejo, deportivamente las cosas no marcharon muy bien, ni para él, ni para el equipo, que acabó descendiendo a Segunda División B. Aún así, en el lado humano, la experiencia no le pudo ir mejor. "Aquí hay que venir y verlo. No se puede explicar con palabras. Lo que yo estoy viviendo en Almendralejo no es para que te lo cuenten", decía en una entrevista concedida a el Periódico EXTREMADURA, en la que aseguraba que si tuviera que corresponder en el terreno de juego a como se le había tratado la gente "Maradona y diez ´Maradonas´ se quedarían en pañales en relación a como tengo que jugar yo".

BIOGRAFIA

Hijo de un pintor de brocha gorda y de un ama de casa, Kiko pasó sus primeros 13 años de vida en la barriada jerezana de la Granja. A esa edad se fue a la capital para jugar en las categorías inferiores del Cádiz. Durante siete años vivió en una pensión, junto a otras promesas de la cantera gaditana, en la que fue para él "la mejor etapa de mi vida".

En 1992, con tan sólo 20 años, llegó uno de los momentos culminantes de su vida deportiva. Fue en los Juegos Olímpicos de Barcelona. España y Polonia jugaban la final y fue Kiko el que, pocos instantes antes de terminar el encuentro, marcó el tercer gol español que dio la medalla de oro a los anfitriones. Todo ello en un Estadio Olímpico abarrotado, el sueño de cualquier deportista.

Más tarde llegó el fichaje por el Atlético de Madrid, que acabó por convertirse en el club de su vida, y la internacionalidad absoluta, que le llevó a participar en la Eurocopa del 96 en Inglaterra. Con los rojiblancos conquistó un doblete histórico en la temporada 1995-96 y fue uno de los símbolos de la hinchada colchonera. Aun así, el descenso a Segunda y el no ascenso a la temporada siguiente, sumados a otros factores --la no titularidad o varios enfrentamientos con Jesús Gil y algunos sectores de la afición-- terminaron por enrarecer su situación en el equipo, del que acabó saliendo por la puerta de atrás. De esta forma, Kiko dio en Almendralejo sus últimas pinceladas de fútbol-arte. El 30 de junio del 2002 puso fin a su trayectoria como futbolista profesional. Casado y con una niña --"parece la hija chica de Cantinflas"-- ahora pone su mucha experiencia e ingenio en los comentarios que realiza para la cadena COPE.