Es casi la hora de comer y en el parque de Calvo Sotelo el sol de otoño calienta el banco en el que María Yolanda M. L., de 40 años, fue encontrada moribunda cuando amanecía el pasado lunes. Las bajas temperaturas le habían causado una hipotermia de la que no pudo recuperarse. La autopsia practicada ayer en el Instituto de Medicina Legal apuntó que ésta fue la causa de su muerte, aunque falta el resultado de las muestras enviadas al laboratorio.

Ese banco donde fue hallada Yolanda se convirtió ayer en el particular altar donde familiares y amigos quisieron recordarla. Flores rojas y violetas, velas, la noticia de EL PERIODICO con su muerte, una foto y la dedicatoria del centro El Encuentro de Cáritas convertían el elemento del mobiliario urbano en un rincón para el cariño. "Llevaba dos meses durmiendo en la misma zona del parque", afirmaba su marido Manolo, incapaz de contener las lágrimas.

Petición de ayuda

Pero la tristeza dio paso luego a la indignación: "También había estado tres días en el centro de Cáritas, pero le dijeron que no podía volver hasta que no pasaran seis meses", señaló Manolo. En ese momento, varios amigos que le consolaban comenzaron a enumerar las penurias de las personas que, aseguraron, siguen pernoctando a la intemperie en el parque de Calvo Sotelo. "En este mismo sitio duermen de dos a cuatro personas de noche. Depende del día. Los hay que lo hacen hasta cuatro días a la semana", aseguró Jorge, un joven con melena rizada y ojos azules que reclamaba mayor atención a las instituciones.

Muy cerca, junto a las escaleras que conectan el parque con el hospital Virgen de la Montaña, un hombre de avanzada edad, con barba blanca, buscaba el calor del sol. "Como alguien no haga algo, él va a ser el próximo", dijo Jorge mientras señalaba una zona cercana de césped donde éste duerme.

Tina, amiga de la mujer fallecida, reclamaba un centro "de larga estancia" donde puedan permanecer más de tres días y se quejaba de la alimentación: "La comida que nos dan en el comedor de las monjas es una bazofia", aseguró. Otro joven de pelo rubio era más rotundo: "No queremos que venga la policía a echarles de aquí para que se vayan a otro sitio. Que los lleven a un centro". Yolanda no llegó a tiempo.