Cuando los parques de Cáceres los proyectaban los jardineros de la ciudad los bancos se colocaban bajo algún árbol. Por ejemplo, el parque del Paseo Alto o Cánovas. Era de sentido común pues si algo nos sobra en esta ciudad es sol y calor de manera que una sombrita se agradece. Pero he aquí que de unos años a esta parte los parques deben proyectarlos los finlandeses, que ya se sabe que, a pesar del sol de medianoche, buscan al astro rey con delectación para paliar los rigores del gélido clima. Desde ese instante los bancos de los parques están a pleno sol. Emblemáticos ejemplos son los del Padre Pacífico, el del Perú y el del Rodeo. Ya hay que tener puntería, porque árboles hay, pero los proyectistas del parque han sido tan hábiles que han conseguido que muy pocos bancos dispongan de un árbol en su proximidad y por lo tanto están en una solanera. No debe extrañar que dichos lugares de recreo estén infrautilizados durante el día pues el personal no está dispuesto a calentarse los sesos por el capricho de un proyectista cualquiera por muy finlandés que sea. Claro que a lo mejor el concejal de turno era mucho más inteligente de lo que suponemos y su intención era la de erigir parques de uso nocturno exclusivamente o para los meses de invierno.