TCtuando cerrar los ojos ante la luz no obedece tanto a un acto reflejo como al miedo de ver la realidad, no siempre ha de ser excusable. Y menos aún cuando esa realidad, provocada por el que se esconde de ella, afecta a terceras personas.

Acudimos a las redes sociales por diferentes motivos: buscar compañía, saber del otro, contactar con el pasado, establecer relaciones con el futuro, informarnos, vender, comprar, trocar (...) Los objetivos pueden ser variados, y se cumplan éstos o no, es indudable que las plataformas existentes en internet posibilitan una rápida comunicación entre usuarios, que nada tiene que ver con la que antaño sucedía a través del "boca a boca".

Las redes sociales se han convertido pues, no sólo en una herramienta publicitaria, sino también en mecanismo de reclamo del que consume tal servicio, para con los demás. Así, son frecuentes las páginas empleadas para denunciar hechos del día a día, ofertar servicios, o solicitar ayuda, sea de la índole que sea.

Se digitalizan tablones de anuncios y "cartas al director", y se requiere colaboración ciudadana, obteniendo una respuesta más rápida y eficaz de la que pudiera existir antes. Las instituciones son conscientes de ello, y a menudo recurren a estas redes para informar de incidentes, o agilizar búsquedas, que, de otro modo corren el riesgo de ralentizarse.

Probablemente no hay semana que no les llegue algún tipo de información de esta naturaleza, como la acontecida este fin de semana en Cáceres, con motivo de un atropello con fuga: La madrugada del sábado, un Renault Megane gris oscuro, atropellaba a una joven de 19 años en la calle Dionisio Acedo con Juan XXIII, zona que se encuentra próxima a la barriada del Perú.

La fotografía del retrovisor del vehículo sobre la calzada se hizo viral en las horas siguientes, así como un mensaje solicitando colaboración ciudadana para poder detener al autor de los hechos.

Aún en búsqueda y captura, confiemos en que el "boca a boca" de este siglo consiga poner rostro al responsable; pues en una era en la que nada escapa al ojo ajeno, resulta casi imposible huir de la verdad.