"Lola, Lola, Lola..". El bullicio de los niños en el recreo del colegio Francisco Pizarro, coreando el nombre de una de sus profesoras, transmite buenas vibraciones. Los docentes que integran el claustro sonríen a la cámara en uno de los pocos ratos de respiro en la actividad diaria de este centro situado en el corazón del barrio del Perú y que cumple 25 años trabajando por la educación.

Antonio Barra, el director, llegó en el curso 86-87 al colegio. Es un tipo dicharachero que recuerda los viejos tiempos con cariño pero sin nostalgia. "Lo primero que hice fue pedir reformas para el centro". Y llegaron, hasta transformarlo a día de hoy en un colegio de integración donde estudian niños con necesidades educativas especiales como los que tienen algún tipo de deficiencia auditiva.

Con 220 alumnos de Infantil y Primaria, el Francisco Pizarro se distingue en sus aulas por mezclar a niños con implantes cocleares o manejando unos ordenadores especiales que les sirven para participar en clase. Cuentan los profesores que el apoyo de un intérprete de lengua de signos les ha servido para aprender a comunicarse y para que los niños también sepan unas nociones básicas que favorezcan la integración. En la clase de los más pequeños, por ejemplo, hay carteles encima de la pizarra que muestran el alfabeto para enseñar a comunicarse con un niño que sufra alguna deficiencia auditiva.

Con accesibilidad plena

Pablo, el profesor de la clase de los mayores, es un hombre simpático que calza zapatillas y da ritmo a la clase haciendo que sus alumnos terminen las frases de la lección que les enseña. Ellos le miran con atención. También Marta que, con una discapacidad, utiliza un ordenador especial para participar con el resto. La reforma que se acometió hace menos de una década también permitió que fuera accesible para personas en silla de ruedas.

Aunque hasta enero no se determinará el contenido del programa con el que se celebrarán las bodas de plata del colegio, ya se ha creado una comisión que se encargará de prepararlo todo.También han abierto un grupo en Facebook para que contacten antiguos alumnos, que está teniendo muy buena acogida, explica Pilar Muriel, la jefa de estudios, que va camino de cumplir una década en el centro.

Asociado como sección bilingüe de francés a sus vecinos del instituto Agora, el colegio Francisco Pizarro sueña con hacer realidad el deseo de transformar su pista polideportiva en un pabellón cubierto que tuviera usos múltiples, proyecto que presentará su director. Sería el mejor regalo para celebrar un cuarto de siglo haciendo de la educación un reto diario.