"Hacía años que no se veía aquí tanta gente", comentaba con satisfacción el párroco de San Blas, Antonio Pariente. Y tanto. El buen tiempo, la mayor difusión de la fiesta, la implicación de la asociación de vecinos y la reorganización de los juegos infantiles contribuyeron ayer a devolver casi el esplendor de tiempos pasados a la romería de San Blas.

La avenida central de la barriada recuperó estampas casi olvidadas. Pasadas las cinco de la tarde, desde el cruce de Cruz Roja la perspectiva que ofrecía la fiesta era de multitudinaria. Incluso por la mañana, la asociación de vecinos apenas dio abasto para servir las más de 2.500 raciones de chuletas que se habían previsto. Hasta hubo colas en algunos momentos para hacerse con un pedazo de carne. "Ha venido muchísima más gente que el año pasado, mucho más del doble", aseguraba Antonio Hernández, presidente del colectivo vecinal.

Roscas y políticos

Y hasta faltaron roscas de anís. Las 4.000 unidades que se pusieron a la venta se agotaron alrededor de las seis de la tarde. "Mejor que falten que sobren como otros años", comentaba el párroco. Minutos antes anterrizó en la romería el alcalde, José María Saponi, quien se paseó por la fiesta acompañado de varios de sus concejales. También se dejó ver por San Blas, aunque por separado, el edil independiente Felipe Vela.

La fiesta recuperó también el color. Más de 250 personas, sobre todo niños, acudieron a la romería vestidos de campuza y otros trajes típicos. Los ganadores del sorteo convocado para impulsar esta tradición fueron, por orden: Carolina García, Miariam Murillo y Marta Barra. El Redoble se encargó un año más de poner la nota musical y folcklórica que redondeó el éxito de la fiesta.