Choni cambió cuatro sillas y una mesa de terraza por una caja fuerte; Antonio canjeó un candado por dos altavoces "de los buenos"; Mari Carmen recibió dos patines para su hija por otra caja de caudales; dos amigos intercambiaron un antiguo proyector de cine por un teléfono; una joven se llevó una estupenda tetera con tazas por una película de Tintín, y un chico consiguió un walkman por una piedra del desierto. Pero en el primer mercado del trueque había mucho más, desde un ordenador portátil (eso sí, de primera generación), hasta juegos de la Play Station 2 , maquetas de Warhammer , cocinas de butano, juegos de butacas para el salón, radios o cuernas de ciervo.

El mercado, celebrado ayer en la Estación de Arroyo-Malpartida, resultó un éxito. "Sólo dos normas. Primera: los objetos no pueden comprarse, simplemente intercambiarse. Segunda: se excluyen las personas (maridos y suegras), y animales", aclararon los promotores, un grupo de amigos cacereños que ha importado la idea de otras regiones. Y el público respondió. Numerosas personas participaron desde el inicio, primero tímidamente, después decididas y finalmente expertas. "Aquí ya hay un trapicheo de miedo", bromeaban los organizadores a mediodía.

LA DOTE... UNA MINA

Muchos acudieron sin mercancía por la novedad, y lo lamentaron. "Espero que haya más ocasiones, porque tengo un montón de cosas de la dote que nunca he utilizado, y me gustaría cambiarlas por una guitarra, un diapasón y unas cámaras antiguas de fotos que he visto allí. Las colecciono", explicó Paula. Los promotores pretenden repetirlo en quince días.

Otros llegaron preparados con mantas y mesas de camping para exponer sus artículos. "La idea es cambiarlos por otros objetos, aunque tengan menos valor, antes que tirarlos o arrinconarlos. A alguien le pueden valer", indicaron los organizadores. El ambiente fue ejemplar.

Y así, la zona se convirtió en un bazar: peluches, abanicos, billeteras, una mesilla, ventiladores, una navaja de Albacete, un volante de ordenador, muchos joysticks , ropa vaquera, una bonito juego de licorera a estrenar, maceteros, cuadros, bolígrafos, una afeitadora, libros de Harry Potter, discos de Julio Iglesias y Valderrama... "Hay que ver lo que amontonamos en casa", refunfuñó una anciana.