El Clásico de Cáceres encara su segunda semana con el estreno del primer montaje de una compañía extremeña y una novedad, la representación de una obra que apuesta por el bilingüismo, o el trilingüismo más bien, sobre las tablas: castellano, portugués y su mezcla convertida en portuñol. Eso es lo que harán hoy, 21.30, en Gran Teatro (uno de los tres escenarios del encuentro teatral de este año junto a las plazas de las Veletas y San Jorge), Guirigai y Teatro do Algarve que se han unido para poner en pie El pícaro ruzante , la obra de Angelo Beolco, dramaturgo provocador de la Italia del Renacimiento.

Un territorio casi periférico al noreste de la península italiana, un personaje prácticamente olvidado por la literatura clasicista --el del campesino abandonado a su suerte, siempre hambriento de comida y de sexo-- y un corte cronológico --el de los difíciles años de la primera mitad del siglo XVI en los que la políticamente conflictiva e inestable Liga de Cambrai buscaba demoler el poder veneciano-- son los elementos esenciales que enmarcan y a la vez dan vida a la literatura de un dramaturgo, actor y director teatral tan excepcional como lo fuera Angelo Beolco.

El resultado de la unión entre Extremadura y Portugal es esta adaptación cuyo germen hay que buscarlo en julio de 2014 cuando ambas compañías se reúnen con su admirado Darío Fo, premio Nobel de Literatura, y del encuentro sale este Pícaro Ruzante o más vale un queso que cien gusanos , escrito por Agustín Iglesias, director de Guirigai, a partir de fragmentos, comentarios burlescos o monólogos de la obra de Beolco.

Con escenografía de Damián Galán, vestuario de Maite Alvarez y música original de Fernando Ortiz, el reparto lo componen Mario Benítez, Elisabete Marins, Carlos Pereira y el propio Agustín Iglesias, que ayer definió la obra como "una historia de cuernos y deseos", buena percha para este pícaro que fue a la guerra en busca de fortuna y volvió cargado de sarna y de piojos. Eso, y el miedo a morir, le empujan a desertar del campo de batalla y regresar a la ciudad para buscar a Juana, su mujer, una superviviente que ante las hambrunas del campo se traslada a la ciudad sableando a soldados y viejos caprichosos.

La obra rescata de algún modo la comedia de los villanos, atrapa por su frescura y la libertad de su lenguaje y muestra toda una cosmología de los personajes volviendo a las raíces del teatro popular europeo.