La primera vez que acompañó a la Virgen de la Montaña en su bajada a la ciudad apenas tenía rozaba los seis o siete años. Ahora tiene 23 y del mismo modo que aumenta su edad, crece su devoción por la patrona de los cacereños. Francisco Plasencia Pedrazo (Cáceres, 1993) estudia doble grado de Derecho y Administración de Empresas en el campus de Cáceres y ya tiene un contrato para empezar su vida laboral en Madrid. No duda en agradecerle en cada momento a la virgen todas sus fortunas.

--Lleva saliendo con la Virgen de la Montaña desde muy pequeño, ¿cómo vive usted esa fecha en el calendario?--Sí, llevo saliendo porque mi padrino me apuntó en la cofradía desde pequeño y cargo desde hace cuatro años. Para mí es un orgullo impresionante, es un honor y una alegría llevarla a hombros. De hecho, según se acerca la semana santa, ya estoy pensando en esa fecha. Planifico todo mi año en función a eso. Este año como trabajaré fuera, pediré días de vacaciones. Es un día muy señalado.

--¿Qué cree que representa la virgen para los cacereños?--Es nuestra patrona. Todos los cacereños le tienen devoción en mayor o menor medida. Es emocionante ver la plaza cuando baja, cómo se engalana, la emoción que se siente al ver bailarla.

--¿Y para usted cuál es el momento de mayor emoción?--Hay muchos. En Caleros o cuando la tuna le canta en la plaza.

--¿Le pide algo a la virgen cuando va a verla a Santa María?--Cuando no está aquí voy una vez a la semana a verla y siempre le pido salud. También le pido por los exámenes y nunca me ha ido mal. Le pedía trabajo, pero ya me lo ha concedido. Salud para la familia y los amigos.

--Después de tanto años ¿qué recuerdos le vienen a la cabeza?--El primer año que pude cargar. Es muy difícil entrar porque cargan pocos hermanos, pero cuando llega, es emocionante.