Hay héroes anónimos que hacen posible que la palabra solidaridad sea una realidad más allá de una quimera. Son asociaciones que trabajan para que los ciudadanos que lo necesiten dispongan de elementos tan básicos como comida, ropa o medicamentos. La labor que realizan a diario por personas en riesgo de emergencia social es, sin duda, admirable.

Uno de los ejemplos está en el Banco de Alimentos de la provincia cacereña, que en 2018 prestó ayuda a 7.703 personas, 5.715 en la zona de Cáceres (60%), según indica su director, Juan Carlos Fernández Rincón. Del total, 369 han sido niños menores de 2 años; 1.941 personas no llegaron a 16 años y los mayores de 65 han sumado 923. La entrega no se efectúa directamente a los beneficiarios, sino a través de 64 asociaciones de Cáceres y alrededores.

El Fondo de Ayuda Europea para Personas Desfavorecidas, a través del Fondo Español de Garantía Agraria, envía camiones «repletos de alimentos» en tres fases. En mayo, octubre y febrero. Este mes entra en la última fase de 2018. «Los alimentos comenzaron a llegar el día 4 y así hasta el 18», apunta Rincón. En la provincia se recibirán 148.142 kg, de los que 88.873 se destinan a la zona de Cáceres. Con esta cantidad el número de kilos asciende a 422.280.

No obstante, con los excedentes de fruta, las operaciones kilos (en supermercados) y grandes recogidas alcanzan 1.405.889 kilos. Una vez terminen de llegar los camiones, una inspección del Ministerio de Economía y Hacienda comprobará el estado de los alimentos y que el número de kilos es el correcto. Tras la revisión, se realizará la entrega a las asociaciones.

Para que una entidad reciba alimentos del banco primero comprueban junto con la Concejalía de Asuntos Sociales, la situación de las personas desfavorecidas y que no le estén prestando ayuda en Cruz Roja. Después de cerciorarse de que todo está correcto solo queda mostrar el lado más solidario.

Red de Solidaridad Popular

La Red de Solidaridad Popular es otro de los organismo. No comparte la satisfacción del ayuntamiento por la inversión en estos servicios. «La calle es el termómetro de lo que pasa», señala Manuel García Garzo, portavoz de la asociación. «La primera barrera» aparece cuando una persona que requiere de ayudas del Imas se dispone a realizar los trámites: «Es una odisea. Para obtener una resolución hay esperas hasta de dos meses. Y encima, la interpretación de las mismas es difícil. Algunas personas desisten por lo complicada que resulta la gestión». Además, considera que los profesionales del Imas atienden a más personas de las que deberían: «No dan a basto. Falta personal».

Hace tres años habilitaron una oficina de derechos sociales por la que pasan más de 120 familias al año. Finalmente, recuerda que una subvención como la renta básica es denegada diariamente a personas por estar en edad de trabajar o por haber estudiado un grado universitario, sin tener en cuenta la situación de desempleo.

Cruz Roja

Cruz Roja es otra de las oenegés implicadas. Mantiene activos varios programas destinados a diferentes colectivos que realizan mayormente voluntarios, según Teresa Morientes, responsable provincial de Intervención Social. En primer lugar, prestan ayuda a aquellas personas que se encuentran en extrema vulnerabilidad con recogidas de alimentos, contribuciones en suministros (alquileres, luz y agua) y productos sanitarios. «Hay muchas personas que tienen que decidir si pagar la luz o comer», relata.

También mantienen activos programas dedicados a mayores, a mujeres y de empleo. En este último se forma a través de diferentes itinerarios: «Imparten cursos; explican cómo hacer un currículum; buscan prácticas y trabajo».

Unas 2.000 personas al año reciben estas ayudas que hacen posible sus 300 voluntarios, además de los técnicos de la asociación.