Luis Durán Romero , casado con Vicenta Mendo Jiménez , era jornalero y padre de siete hijos: Leocadio , José , Gabriel , Florencio , Joaquín , María Dolores y Félix . Luis trabajaba donde le llamaban: labores del campo, del ganado, de albañilería... Vivían en las Tenerías Bajas, en una casa que se componía de varias habitaciones, una cocina, y un pequeño escusado. Residían en el barrio el señor Germán , que era mecánico en Obras Públicas, la señora Paca , los Machamuelas , dedicados a la compraventa de chatarra, o Gabriel , de apodo Bocatique y muy conocido en Cáceres.

En las Tenerías había dos fábricas de curtidos, una la llevaba Angel , que luego montó la gasolinera Pasarón. La otra sirvió como refugio durante la guerra civil. Tocaban las sirenas y los vecinos acudían en tropel, bajaban las escaleras y allí una señora muy mayor siempre trataba de calmar a todos: "Ya pasó, ya pasó...", decía mientras Vicenta abrazaba a su hijo Leocadio, que entonces no tendría más de tres años. En ocasiones Vicenta no acudía al refugio y huía al campo al tronar de las alarmas, tomaba de la mano al pequeño Leocadio, cogía en brazos a José y esperaba con paciencia a que volviera la calma en aquel Cáceres que también sufrió la sinrazón de la contienda.

Vino luego la posguerra, los años en que la comida dependía de las cartillas de racionamiento, listas en las que comías de lo que te tocara: higos pasos, azúcar que escaseaba, y achicoria, que era cebada tostada que se utilizaba como sucedáneo del café. Para ello llevabas al horno los granos suficientes para obtener el barro amargo en esos tiempos de tantas estrecheces donde el café era un lujo que a veces arañabas a los contrabandistas.

Los vecinos acudían al comercio de Josefita , la de la calzada, que tenía su tiendina en Caleros y que ayudó mucho a todo el barrio, un barrio en el que junto a Leocadio crecieron Félix Guijo , Isidro Trujillo , Casimiro (de la familia de los Bimbas , que son gente muy buena y muy conocida en la ciudad), o los del 6 , llamados así porque vivían en el número 6 de Tenerías Bajas.

Para ir a escuela tenías diversas opciones. Estaba María la España , que era una profesora que impartía clases en su casa. Tenía una habitación grande con varias mesas de camilla alrededor de las que se sentaban los alumnos mientras María les ponía muestras para que la letra se les fuera reforzando. Al lado de esa habitación estaba la habitación de María y fuera, en el exterior, la cocina de la vivienda.

También daba clase en el barrio don Cándido Recuero , que era un perito mercantil al que recurrían muchos alumnos de la ciudad. Eran aquellas clases un tanto alborotadas, de lo menos 20 o 30 muchachos, mezclados en edades, unos apenas sabiendo sumar y restar y otros ya a vueltas con las raíces cuadradas.

A los 11 años Leocadio ingresó en el colegio El Madruelo, que previamente había sido habilitado como cuartel del Ejército, y luego se convirtió en la escuela más famosa de toda la ciudad. Allí le dio clase don José Ríos Valiente , que era un grandísimo profesor. Aprendido lo preciso, Leocadio salió del Madruelo a los 13 años al coincidir que un chaval del barrio, Nemesio , le comentó que en la Oficina de Clases Pasivas necesitaban un botones.

En las Casas Baratas

Esa oficina la llevaba Nicasio Rubio Collazo . Estaba en las Casas Baratas y su función era la de gestionar las pensiones porque después de terminar la guerra habían quedado muchas viudas y muchos huérfanos, de modo que la oficina tenía un enorme trasiego. La labor de Leocadio era la de hacer los recados y confeccionar los recibos de cobro: traía y llevaba los papeles a Hacienda, que estaba en Santo Domingo, o a Correos, situado entonces en la calle Donoso Cortés.

Allí estuvo Leocadio hasta que a los 17 años consiguió otro trabajo --esta vez ya como aspirante administrativo--, en Almacenes Abad, que era una ferretería de grandes dimensiones, con un corralón muy grande, situada en el número 20 de la avenida de España. La función de Leocadio era la de la administración en unas oficinas que Abad tenía en la calle Moret, desde la que se ocupaban de toda la contabilidad del negocio. Allí fue Leocadio compañero de Joaquín Ojalvo , Francisco Corcho , Lorenzo Jiménez o Pedro Tejado . Era esa oficina una habitación con lo menos tres o cuatro mesas con sus máquinas de escribir y sus máquinas de calcular, de esas que tenían una manivela.

La zona de Moret era entonces el área comercial más concurrida de toda la ciudad: allí estaban los Sobrinos de Gabino Díez , los almacenes de tejidos de Gozalo, la farmacia de Acedo , con su rebotica plagada de intelectuales, o el bar Maleno, con su especialidad de ranas. Transcurría así la vida hasta que ocurrió que llegó el servicio militar. Lo primero que te tocaba era tallarte: ibas al ayuntamiento, entrabas a una sala grande, te tomaban medidas de altura y contorno y alguien gritaba: "¡Util!". Salías de allí apresuradamente, con emoción ilimitada, para festejarlo de bar en bar a base de vinos de la tierra, con tus padres, con tus amigos, con tus hermanos..., porque allí acudía todo el mundo, y era una fiesta familiar por todo lo alto en la que siempre se mataba al chivo, al borrego, al pollo, o a lo que hubiera.

Al año siguiente te tocaba el sorteo, que madre mía si te mandaban a Africa (agárrate los llantos), pero no, a Leocadio le tocó Madrid (Campamento. Carros de combate). Para llegar a la capital tomó Leocadio un tren. Era la primera vez que salía de Cáceres: en la Renfe, un cargamento de soldados y pasajeros que allí no se cabía en los vagones de tanta gente como había. Al bajar en la estación de Delicias había que estar atento a la bandera que pusiera "Carros de combate". Una vez localizada, se iban amontonando reclutas alrededor de aquel pendón. Reunidos todos, subías a un GMC (General Motors Company) y te dejaban en el cuartel. Allí te decían: "¡Los que sepan leer y escribir, a la derecha, los que no sepan ni leer ni escribir, a la izquierda!". A estos últimos los mandaban a una compañía a la que llamaban La 6, y allí les enseñaban las primeras letras.

Como Leocadio sabía leer y escribir lo colocaron en la parte derecha, lo llevaron a un aula y allí, junto al resto de compañeros, rellenó un test para que los superiores comprobaran el grado de preparación de cada uno de ellos y decidir la compañía de destino. A Leocadio le tocó la 18 Compañía, que eran unas oficinas de transporte en las que debía ocuparse de todo el movimiento de vehículos o de tener siempre dispuesto un coche por si había que recoger a algún alto cargo. Allí tuvo Leocadio buenos compañeros de viaje, inseparables desde entonces: Manuel Cuesta , Eloy Díaz García , Alvaro Freire González y José Luis Gómez Moreno .

Al terminar el servicio militar, llegó el regreso a Cáceres y la vuelta a Abad. Aunque meses más tarde, Leocadio ingresó como administrativo del grupo Marcelino Sánchez, que era un negocio que estaba en la calle San Antón y que se dedicaba a la venta de coches, tractores, electrodomésticos y material agrícola. En ese tiempo ya había conocido Leocadio a Eustaquia Solano Santillana , con la que contrajo matrimonio en la capilla de San José, situada en la calle Santa Gertrudis Baja. Lo celebraron en El Patio, de la calle Gallegos.

Poco después, Leocadio se marchó a Badajoz como director administrativo de la empresa Andalucía Confort, donde permaneció dos años. Pero Cáceres tiraba mucho y en 1977 decidió probar suerte junto a su hermano José y montaron Leocadio SA, la cadena de tiendas de electrodomésticos más importante que tuvo la ciudad. Comenzaron en Hernán Cortés y se expansionaron luego por San Antón, Donoso Cortés, Antonio Hurtado y Plasencia: televisores, lavadoras, frigoríficos, el boom del video...

Llegó la jubilación y el negocio se traspasó. Hoy, Leocadio, padre de tres hijos: Luis Miguel , María del Pilar y Ana Belén , y abuelo de cuatro nietos: Luis Miguel , Jorge , Fidel y Luis , disfruta de un merecido descanso sin olvidar aquella tienda de Hernán Cortés, con su sala grande de exposiciones y sus inmensos escaparates, esa cadena de tiendas en las que también trabajaron Julián , Antonio Hernández , Adrián , Faustino , Pepa y así hasta 16.

Leocadio, fundador de una empresa fruto del trabajo, del esfuerzo y la superación. Una vida que comenzó en las Tenerías Bajas cuando el café era de contrabando, la lista de la compra se hacía con cartillas de racionamiento y la mili era el lugar que te ayudaba a descubrir el mundo.