En la fría y amplia plaza de Las Veletas, muchísimo público, aterido y cálido, tenso pero risueño, disfrutó de una excelente puesta en escena, con una magnífica interpretación de la segunda mejor obra de nuestra literatura, después del Quijote, que "sería divina si fuera más humana".

La versión realizada por el factótum de esta innovadora compañía, el protagonista José Luis Gómez fue bastante respetuosa con el original de Fernando de Rojas, salvo la ausencia de algunas escenas finales y la mutilación de otras quizá las más encendidas, seguramente por razones de tiempo, a pesar de su larga duración de dos horas y media, que pasaron, por otra parte, en un entrecortado suspiro por el vivo ritmo que imprimió el citado director.

Nos sorprendió la enorme escenografía de un entramado metálico de torres y pasarelas sobre un plano inclinado, provisto de varias trampillas pertenecientes a la casa de Celestina . Con ayuda de una muy cuidada y oportuna iluminación pasaban de la casa del loco Calisto a la de su recelosa y después apasionada amada Melibea , y de esta a la de la bruja y avara Celestina o a una insinuada iglesia, sin apenas atrezzo, solo alguno de tipo culinario o erótico en casa de la engañosa alcahueta y sacerdotisa pagana Celestina.

Muy originales y contrastadas las dos danzas: con alegre y trepidante ritmo andaluz al principio, a modo de algo estática presentación y con tono lastimero o elegíaco al final, como estético y sentido cierre. También hubo varios cantos con laúd por parte del melancólico Calisto y su avispado criado Sempronio .

Bastante bien resueltas las varias muertes acaecidas: como un muñeco colgado quedó Calisto, la de su amada y entristecida Melibea arrojando su vestido, la de Celestina azotada y maltratada en su trampilla, sin aparecer acuchillada y más simbólica la de los criados. Junto con la genial interpretación de la lujuriosa y avariciosa casamentera a cargo de un sobresaliente José Luis Gómez, vestido como una sureña mujercita siguiendo la tradición morisca, destacaba su visualizada prosodia y su rica gestualidad.

Los enloquecidos enamorados mostraron, además de su palmito, un progresivo apasionamiento muy físico y sensual, alimentado además por sus respectivos criados Pármeno el bueno y el malicioso Sempronio junto con la periférica y vilipendiada Lucrecia, criada de Alisa , la recelosa madre de Melibea. Su marido, el interesado y después lastimero marido Pleberio le cupo el honor de cerrar la obra con un bastante contenido Planto , mientras sonaban las cinco campanas que colgaban del techo. Muy largos y cálidos aplausos, junto con emocionados bravos, ratificaron como excelente a uno de los mejores montajes representados, en el Festival Clásico cacereño, de esta interesante tragicomedia de amor y muerte, que es La inmortal y rediviva Celestina.