Ni la lluvia pudo con uno de los rituales más arraigados de la tradición local. Miles de personas acudieron ayer al besapié a Jesús Nazareno, el único momento del año en que es posible acercarse hasta besar la imagen, que despierta una profunda devoción desde que fuera tallada en 1609 por Tomás de la Huerta. La cofradía, fundada en 1464, repartió más de 3.000 estampas entre el amanecer y la medianoche, que incluían la oración del pregonero 2018, Juan Narciso García-Plata, también en castúo.

La talla vestía su túnica morada y bordada en oro por las mercedarias de Sevilla, y portaba la cruz de carey de 1765. Frente a ella pasaron desde recién nacidos hasta ancianos, porque el Nazareno une fe, tradición familiar y recuerdos de toda una vida.