Los cacereños somos muy permeables a las modas. Puede ser porque nos gusta estar a la última no sea que nos tilden de catetos provincianos; tal vez se deba a que nos dejamos seducir por los cantos de sirena de la publicidad moderna tan presente en nuestras vidas. Cabe, sin embargo, que la explicación no sea tan simple y se base, entre otros factores, en la comodidad de repetir eslóganes y frases hechas que implican poca reflexión y ningún análisis, no sea que no vayamos a estar de acuerdo.

Esas modas impuestas por los medios de comunicación invaden desde el lenguaje - ¿se acuerdan de "hacer referencia" o "a nivel de"?- hasta nuestra forma de comportarnos en sociedad -mejor ejemplo que los botellones no hay- pasando, ¿cómo no?, por la comida y la bebida. Así, de un tiempo a esta parte se ha desarrollado una parafernalia artificial, desmedida y algo snob alrededor de los gin-tónics, tontería esta que ya vivimos en tiempos de los albañiles-constructores cuando en aquellas épocas de bonanza peleaban por pedir los vinos más caros y pagaban en metálico enseñando, a ser posible, el contenido de la billetera.

No sé qué pensará usted, pero para los que somos de pueblo y nos hemos criado en la cultura de los "medios" y "la Larios" todo esto resulta un poco sorprendente. No hay bar que se precie, ni casa decente a la que seas invitado que cuando llega el momento de tomar un digestivo, no te ofrezca una carta medianamente atractiva de marcas de ginebras -todas carísimas, todas parecidísimas- sazonadas con una buena variedad de semillas y vegetales que antes no conocíamos ni por el nombre.

Eso sí, ni siquiera te puedes tomar la dichosa bebida con tranquilidad, o sea, hablando de conversaciones intranscendentes para la ocasión, porque siempre hay alguien dispuesto a darte una charla acerca de las propiedades de cada una de las marcas y productos, y de los distintos sabores, y de los distintos olores -¡perdón, ahora se dice aromas!- o incluso del tipo de limón que se debe utilizar para cada marca o si no se debe utilizar limón sino otra cosa- Menos mal que esto de las modas desaparece con la misma rapidez que se presenta, en función de los intereses de las marcas.

Entre tanto, aquí le dejo una sentencia de ese sabio llamado Piscinilla por si fuera de su interés: "Dame un Larios con tónica sin carámbano y sin fruta" Sea.