Un rato de lluvia, un rato de sol. Ahora sombrilla, ahora paraguas. Ya sea por el tiempo revuelto o por los días que aún quedan por delante, las comidas de feria fueron ayer menos de lo habitual. "Se nota flojito y debería mejorar porque los primeros días no han sido buenos", decía el personal del Mesón Manchego, que ven que este año "se comparten más platos".

El panorama de las casetas de comidas contrastaba con el de las de música, especialmente en la milla de oro , que es la calle central, donde El Redoble, el Quinto Pino, el Club Taurino, El Museo, el Sol, Bahía y Gaudí, se reparten la porción más grande del pastel de visitantes.

"Hoy hasta que el cuerpo aguante", explicaban Marta, Carolina, Merche, Esther, Cristina, Laura y Gema, zapato plano y gafas de sol en mano. Apostadas en la caseta de los 40 Principales, comenzaban la celebración del primer examen superado de Filología Inglesa. Menos cómodas, Esther, Luz, Fany, Carmen, Rosa y Dévora, subidas a 10 centímetros de tacón, seguían el ritmo de la caseta Elite, de El Batán, que se estrena este año en la feria. "El truco para que los pies no te duelan está en no parar de bailar", decían, dispuestas a mantenerse sobre ellos "hasta que acabe la feria".

Y es que el propósito era "darlo todo", como decían Las sicas de la feria , un grupo de amigas capitaneadas por Marian y Begoña, que bailaban en El Quinto Pino.

"Es que no puede ser que haya que trabajar durante la feria", se quejaban Roberto, Mabel, Rubén y Marcos, que visitaban por primer "y único" día el ferial. Para los que sí puedan, quedan 3 días más.