La memoria de la Fiscalía de Extremadura del 2015, la última en hacerse pública, felicitó explícitamente al centro penitenciario de Cáceres por su labor a favor de la rehabilitación de presos que lo son por delitos sexuales. Reconoció el texto el buen funcionamiento de un programa destinado a tal efecto que se desarrolla en la prisión de la capital cacereña y aplaudió su carácter pionero en la región, que ha permitido que otras ciudades como Badajoz pudieran reproducirlo en sus cárceles. La primera edición del proyecto se remonta al 2006, suelen tener una duración de un año y medio y en la que se desarrolla en la actualidad, la sexta, participan ocho reclusos.

A los presos que quieren formar parte del programa sólo se le exigen dos requisitos: haber sido declarado culpable de un delito de agresión o abuso sexual y saber leer y escribir. «Hay personas a las que se recomienda que primero participen en la escuela y que alcancen un nivel de escritura mínimo. Luego, se les da la posibilidad de acudir», afirma uno de los psicólogos responsables del funcionamiento del programa, precursor del mismo y que trabaja en él desde su primera edición, quien prefiere mantenerse en el anonimato.

El objetivo del proyecto es claro y conciso: la reducción de la reincidencia. Que quien haya abusado sexualmente de una mujer, o quien la haya agredido para conseguirlo, no vuelva a repetirlo nunca. «Pretendemos que los participantes entiendan los factores que les han llevado, en determinados momentos de su vida, a cometer estor delitos. Pueden ser muchos: su historia personal, vivencias de acontecimientos traumáticos, su forma de pensar respecto a las demás personas, la falta de empatía con otra gente... Tienen que entender cómo esos factores podrían llevarles a cometer las mismas faltas en un futuro», explica el psicólogo. Pretenden con el programa que los reclusos entiendan cuáles son los factores que les han llevado a cometer esos delitos y que afronten el proceso para evitar repetirlo.

Para seleccionar a los presos se tiene en cuenta también la duración de la pena a la que hayan sido condenados. No tendría sentido, afirma el profesional que trabaja con ellos, que formaran parte del proyecto personas recién entradas en prisión. El programa tiene una duración de año y medio y, si se pretende que cumpla el objetivo de la no reincidencia, no sirve de nada que participe alguien a quien todavía le resta incluso un lustro de condena. La efectividad del programa se vería lógicamente reducida. «Hay que tener en cuenta el tiempo de condena que tenga por delante. Está orientado a lo que se va a hacer cuando salga, cómo van a ser sus vidas después de prisión. Estamos hablando de un futuro razonablemente próximo», argumenta.

El psicólogo derriba, además, dos mitos asociados por parte de la sociedad a este tipo de presos. Por un lado, afirma que, estadísticamente, está demostrado que la probabilidad de reincidencia en ellos no es mayor. Por otro lado, dice que no todos mantienen un comportamiento ejemplar en prisión. En ambos casos, razona, depende de diversos circunstancias. «Es cierto que, si se dan una serie de factores, puede haber un mayor riesgo de reiteración. Principalmente, que sean individuos psicopáticos o que exista un interés sexual desviado, como la pedofilia. Aunque la gran mayoría no reincide», explica. Y añade. «Hay gente que tiene mal comportamiento y otros, al revés. Hay agresores que han llevado un estilo de vida social, no tienen historias de consumo de drogas y siguen hábitos laborales».

HETEROGENEIDAD // «Una de las características de los agresores sexuales es la heterogeneidad. Tienen orígenes muy distintos», prosigue el psicólogo. Y enumera algunos: experiencias en la infancia, experiencias en la edad adulta, consumo de drogas y alcohol en algunos casos, acontecimientos traumáticos... Aunque siempre sin generalizar. «Hay casos que vienen de padres maltratadores y otros con familias estupendas. Casos con infancias complicadas y otros que la han pasado de una forma completamente normal».

Por último, intenta dar una explicación a la felicitación de la fiscalía y la achaca a la constancia mantenida, lo que diferencia el programa que se lleva a cabo en Cáceres del de otras ciudades en España. «No hacemos nada distinto. Nos diferencia que lo hemos mantenido a lo largo del tiempo. Seguimos un manual editado por la Secretaría General y con el mismo objetivo único: la reducción de la reincidencia. Nos interesa que esa persona no vuelva a cometer el delito».