A bordo de un taxi, a pocas horas de su concierto de esta noche en Cáceres, contesta a las preguntas sin ambages y con una sonrisa. No cree en las banderas, ni en los políticos de hoy, cree más en una realidad alejada de la red social y vivida en primera persona. El verbo sincero de Pablo López (Málaga, 1984) atrapa desde su primera conjugación.

-Llega a Cáceres con ‘El mundo y los amantes inocentes’. ¿Cómo es este disco que presenta en el Palacio de Congresos?

-Es el segundo disco de esta era mía de curar satisfacciones, de poder hacer lo que he querido siempre, de contar mi discurso por todas partes. Va a ser una vez más la demostración de uno de los mejores días de nuestra vida sobre un escenario. Llegamos a sitios donde nunca habíamos soñado tocar, ciudades que nunca pensaríamos que iríamos con este proyecto que nos está llevando no solo por España sino por toda Latinoamérica. Así que felices, con mucha fuerza, con ganas de sorprender al público y de que llegue el momento.

-De su nuevo disco destaca ‘Tu enemigo’, un tema en contra de las fronteras y en favor de las personas. ¿Qué le parece el resultado del referéndum de Hungría, el ‘no’ a los refugiados?

-Me parece una vez más una demostración vergonzosa, incluso legalizada, del comportamiento humano. Diré algo más grave aún, por lo menos estos son unos cabrones pero lo han hecho en una urna, pero es que nosotros somos unos cabrones que nos hacemos los buenos. La Unión Europea está manteniendo una actitud pésima al respecto y sin referéndum ni nada, por imperativo casi. Y es grave porque son peña que están huyendo del hambre, de la muerte, ingenieros, periodistas, músicos, médicos, gente de bien, no es una cosa de «vamos a ir a robaros dinero». En general ese tema está escrito no solo por ese conflicto sino por la falta de empatía social que tienen las naciones y la sociedad en general, que pensamos lo peor de alguien antes de conocerlo realmente.

-Usted habla mucho del amor en su trabajo. Ahora solo se habla de política...

-Cuando el amor lo relacionas con un tipo que hace canciones se te viene a la cabeza el «te quiero mi amor, no me dejes solo, no puedo estar sin ti que me pongo a llorar...» y no va de eso la cosa. El amor es la amistad, es el amor que le puedas tener a los animales, a tu propio entorno, a la naturaleza, me parece un poder tremendo que tiene el ser humano y con todo lo que está pasando en el mundo en general hace que prescindamos cada vez más de ese poder gratuito y hermoso. Y no es un mensaje de hippie fumado, es un mensaje de que todo se solucionaría con un poquito más de amor, de empatía, de hacer las cosas con signo positivo y no negativo.

-¿Cómo ve la política. Es usted partidario de unas terceras elecciones o de que gobierne el partido que las ha ganado?

-No creo casi nada en el sistema político, no creo nada realmente en toda esta pelea de barrio. Me creo más a dos niños dándose guantazos en el patio de un colegio de manera inocente que este circo que tienen montado todos estos. Si antes tenía ideas y candidatos que me seducían unos más y otros menos, ya no me creo a ninguno. ¿Y partidario? Es verdad que el país sigue adelante, el tipo que tiene la panadería la abre por las mañanas, el taxista también trabaja, y mira, nadie se echa las manos a la cabeza. Pero creo que debería acabarse ya esta historia. Y si vamos a ir a terceras elecciones ¿sabe qué va a pasar?, que estos cabrones van a sacar mayoría absoluta.

-¿Qué opinión le merece la política secesionista de Cataluña?

-En mi equipo, desde mánagers, producción, la mitad de la banda son catalanes y cada uno tiene sus ideas. No lo miro con recelo, quiero decir, soy andaluz, no creo en ninguna bandera, ni en la de España ni en la andaluza, en ninguna, pero es verdad que entiendo también las identidades. Creo que este país es plural. Hay demasiada venda en los ojos en ambas partes y ni tanto ni tan calvo, ni blanco ni negro, hay grises por medio. No lo miro con animadversión, lo miro con pragmatismo, me gustaría que se buscara una solución pacífica y que, sobre todo. demostráramos un poquito de civismo.

-¿Qué ha pasado en el PSOE para este espectáculo?

-Un conflicto de intereses, ansias de poder y absoluto egocentrismo. Es un partido de gran historia y me parece una vergüenza. Si mi abuela, la pobre mía que pegaba carteles de Felipe González, levantara la cabeza y viera el percal se echaría a llorar.

-No le da la sensación de que hoy todo se filma, todo se cuenta, se explica... ¿No existe en el mundo una isla de la intimidad?

--Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice, es una cosa que sufro y que me quita muchas horas de sueño. No quiero parecer el típico asocial o que empieza a criticar las redes sociales. Pero vivimos en la era de una generación que está creciendo en la idea de que si algo no se publica, no se fotografía... no ha pasado, y eso es muy, muy peligroso. Yo un día después de un concierto en Cáceres me voy a tomar una copa a un garito y cuando me levanto por la mañana mi madre me dice: «Tú has estado en este bar»; mi colega me dice: «No veas la chavala con la que te hiciste la foto», o... «¡Qué cara sacabas!». Me parece peligroso porque la gente vive ya más en su ego y realidad virtual que en la propia. Cada vez se juega más a maquillar lo que pasa, a la gente solo le falta decir: «Mira, estoy aquí en Manhattan tomando un café», cuando en realidad está en Burgos.

-En su carrera hay influencias de Sabina y Silvio Rodríguez. ¿Qué aportan esos dos cantautores al mundo de la música?

-En mi infancia, y es raro para un niño, mi familia me inyectó en vena a Silvio, y eso me hizo entender la música. Me identifiqué mucho con él porque aparte de poeta y cantante es un músico extraordinario; y me di cuenta que un músico puede ser un poeta también. Eso, durante mi adolescencia, me acompañó y me hizo adquirir un lenguaje que intento imitar; evidentemente en un verso mío no puedo llegar ni a una coma de Silvio Rodríguez. En el caso de Sabina lo que me ha dado es realidad, porque estás escuchando una canción y parece que te está contando lo que te pasó ayer por la noche; y eso me parece de una calidad artística superior: cuando ya no redundas tanto, no recurres a la metáfora, sino que tú estás contando lo que te pasa. Es una belleza tremenda cómo le dices a una persona: «Mira, tú y yo no vamos a llegar a hacer nada en la vida, pero hoy vamos a hacerlo todo». Sabina me sigue aportando y ojalá pueda robarle todo lo que pueda robarle (risas).

-Usted es un músico más de piano y de letras. ¿No le parece que hoy no existen discos comprometidos?

-Considero al mundo del cantautor un lobby cerrado al que no pertenezco, hay poetas que musican sus versos, yo soy un músico que intenta contar algo dentro de una melodía y unos acordes. Mi proceso es al revés. Últimamente todo lo que estoy escribiendo tiene su punto, en algún verso me quejo un poquito porque tengo esa misantropía. Cuando he escrito ‘Tu enemigo’, ‘El mundo’ o ‘Mi casa’, canciones de cosas que me conciernen o que no me gustan, lo he hecho porque necesitaba hacerlo. Uno debe ser honesto siempre, pero también es verdad que el mundo no se arregla haciendo canciones, que debe haberlas por supuesto, pero tampoco un músico debe centrar todo su potencial, todo su caudal creativo, en cagarse en los muertos de todo Cristo.