Definitivamente la obra del Embarcadero está tocada por el infortunio. Si hasta ahora ha acumulado once retrasos en su fecha de finalización, problemas graves con la cubierta y las excavaciones, complicaciones en la financiación y otros obstáculos, el edificio se enfrenta de nuevo a otro escollo importante. La empresa adjudicataria de la última reforma que necesita la nave, la instalación de una falsa bóveda, no ha finalizado los trabajos. El techo debería estar listo desde el verano de 2009, pero los obreros ni siquiera aparecen ya por el edificio. El ayuntamiento ha iniciado los trámites para rescindir el contrato y denunciar a la constructora Prinsa. Por su parte, la empresa alega que ha sido ella la que ha pedido el fin del contrato al no recibir los pagos.

El ayuntamiento ha intentado encauzar la situación durante meses, teniendo en cuenta que esta empresa había ganado el concurso --por un importe de 520.000 euros, con cargo a los fondos europeos del Urban--. Así lo afirma el concejal Víctor Santiago Tabares, coordinador de los proyectos del poblado minero. "Hemos tratado de dialogar con los responsables para buscar soluciones, pero ni siquiera acuden a las reuniones. Ya estamos en una situación límite, no podemos continuar así", declara el edil. Pese a ello, el ayuntamiento mantiene para diciembre la inauguración de los dos grandes recintos del complejo de arqueología minera: Embarcadero y Garaje 2.0. "Luego, cuando se resuelva este asunto, cerraremos temporalmente el edificio e instalaremos la falsa cubierta en dos meses. Mientras puede funcionar perfectamente", aclara.

El Embarcadero tenía que haberse inaugurado en 2005 con 4 millones de euros de inversión. Lo hará en 2010 con un coste final de 6 millones. La cubierta ha sido especialmente complicada. Ya en 2005 obligó a paralizar los trabajos al necesitar un reformado de 600.000 euros. Cuando el edificio estaba terminado se vio la necesidad de introducir otro falso techo para mejorar la acústica, la estética y la seguridad (evitará la caída de arenilla o pequeñas chinas que según el edil no revisten riesgo). El trabajo fue adjudicado a Prinsa en otoño de 2008, y tenía que estar finalizado en verano de 2009.

"Desde el principio ya hubo desavenencias con los técnicos municipales. La obra se retrasaba, nos daban largas, no avanzaba. La empresa comenzó a alegar que el pliego no le obligaba a ciertos aspectos", relata Víctor Santiago Tabares. "Hemos intentado por todos los medios que cumplan con el contrato --prosigue--, entendemos que algunas empresas están pasando por malos momentos, pero al final nos hemos sentido engañados sistemáticamente. Hace ocho meses que ya planteé la rescisión del contrato". El ayuntamiento ha tenido que cambiar las cerraduras para entrar al recinto, al seguir las llaves en posesión de la empresa. "El entorno está abandonado", lamenta Tabares.

"NO VAMOS A ESPERAR" El edil reitera que se han ido entregando a Prinsa todas las certificaciones, "más rápido que en cualquier otra obra". También recuerda que el retraso no ha sido especialmente grave mientras no se abriera el paso inferior de Aldea Moret, que da acceso al Embarcadero. "Pero esa entrada ya se encuentra casi lista y no vamos a esperar. Inauguraremos el edificio en diciembre, como estaba previsto. Tenemos el equipamiento y las instalaciones necesarias, y hay otras empresas e instituciones implicadas, no lo retrasaremos más", afirma.

La denuncia, en manos de los servicios municipales, seguirá su curso. Una vez resuelta, probablemente el ayuntamiento optará por sacar de nuevo a concurso lo que resta de la obra, básicamente la instalación de los paneles (Prinsa trató la zona con mortero de cemento y dejó instaladas las guías, pero los paneles nunca llegaron, según el ayuntamiento). Tabares insistió ayer en que el Embarcadero "no es una obra maldita, pero sí de una gran complejidad que excede la capacidad del ayuntamiento. La idea fue buena y su finalidad de integrar Aldea Moret es mejor aún, pero está suponiendo un esfuerzo enorme agravado por los tiempos de crisis", concluye.