Como sabe muy bien, con la primavera los días se alargan, el optimismo vuelve y el cacereño toma la calle para dar interminables paseos, tan agradables como beneficiosos para la salud. De manera que si quiere ver al "todo Cáceres" en la calle y repartir saludos por doquier, salga a la puerta, respire fuerte y, si le llega el olor a acacias y jazmín, no tiene más que coger el eje que comienza en El Arquillo, recorrer la avenida Ruta de la Plata y, a través de Gil Cordero y Cánovas, llegar hasta la plaza Mayor.

Es verdad que hay otras rutas, pero son exclusivamente deportivas, mientras que la anterior tiene un componente más social, esto es, de ver y dejarse ver. Y no es que el recorrido sea corto, ¡qué va! Si usted consiguiera hacerlo completo ida y vuelta, completaría una distancia de casi cuatro kilómetros, que no está nada mal. El problema consiste en que, por mucho que se lo proponga, no conseguirá completar el paseo sin pararse a saludar a compañeros de trabajo, amigos y familiares que ¡oh casualidad! han elegido el mismo itinerario. Además, debe tener en cuenta que a partir de hoy se suceden los eventos en la ciudad, particularmente en la plaza y la parte antigua, lo cual atrae al cacereño paseante hacia sus dominios. Tome nota: comenzaremos con la Semana Santa, quemaremos el dragón en San Jorge, esperaremos la bajada de la Virgen, bailaremos en el Womad, escucharemos los conciertos de alumnos del conservatorio en la parte antigua, y así, un buen número de eventos que conseguirán que el flujo de paseantes no haga sino aumentar en esa zona. Como el personal es perfectamente consciente de las dificultades para terminar el recorrido, elige en función de sus exigencias gimnásticas, de las paradas sociales reglamentarias y de las posibles modificaciones del plan, no sea que alguna exija terminar el saludo delante de una cerveza fresquita en cualquiera de los numerosos bares que nos tientan durante el trayecto. Y si es con una buena tapa, mejor, que ahora están de moda y son verdaderamente apetitosas. Eso sí, luego llegaremos a casa cansados, satisfechos, orgullosos del esfuerzo y dispuestos a repetir el sacrificio al día siguiente, por si el colesterol vuelve a hacer de las suyas.