Universitarios, adolescentes, profesores no especializados, todo tipo de profesionales, amas de casa y hasta jubilados se encuentran habitualmente en una clase de la Escuela Oficial de Idiomas de Cáceres. Es posible, como indica Isabel González-Navia, que esta circunstancia solo se de en este tipo de enseñanza. Como anécdota, la directora señala que en una de sus clases del curso pasado se sentaban en los pupitres una madre y sus dos hijas. "Esto plantea dificultades a la hora de plantear las clases, pero también esa diversidad es enormemente enriquecedora y supone un estímulo para el profesorado", apunta la directora de la escuela.

Así, el perfil de los estudiantes es de lo más heterogéneo. Los hay de todas las edades --desde los 14 a los 80 años--, de todas las profesionales posibles y de todos los niveles educativos. Eso sí, es notable la diferencia entre el volumen de mujeres y hombres, mucho más numeroso el primero.