Cuando los viajeros románticos que visitaron la España del siglo XIX publicaron sus trabajos, en los que trataban de aproximar a sus lectores franceses o ingleses sobre las características de una tierra desconocida e intransitable, coincidían en una cuestión, la Extremadura decimonónica que ellos creían haber descubierto tenía "malas posadas y peores caminos". Un hecho que nos invita a recordar como eran esas viejas hospederías donde pernoctaban viajeros y bestias, en su deambular por los difíciles caminos de la Extremadura de siglos pasados.

En Cáceres tenemos noticias de la existencia de diferentes posadas ubicadas en distintos lugares de la ciudad, Camino Llano, antiguo convento de San Pedro o el recordado Parador del Carmen, en ellas paraban las gentes de los caminos; arrieros, tratantes de toda índole, compañías de cómicos, viajeros y curiosos que llegaban por primera vez a Cáceres o personas que estaban de paso.

Hubo dos posadas, de comodidad escasa y clientela variopinta, que desde el siglo XIX han estado presentes en la vida cacereña. Una, la conocida como posada del Humo, situada en las traseras de la Audiencia Territorial, en la plaza de las Canterías haciendo esquina a la calle de San Justo. Posada que nunca gozó de una reputación aceptable, por encontrarse junto a una de las principales zonas de la ciudad dedicadas a la prostitución. En 1900 de las 7 casas que tenía la calle San Justo, en cinco de ellas se ejercía la prostitución con un total de 14 pupilas en activo. Además en la posada del Humo, bello nombre hospedero, se alojaban aquellos que venían a visitar a sus familiares presos en la cercana cárcel de la Audiencia.

La otra posada, quizás la de mayor popularidad, fue la denominada de La Machacona. Su nombre se debe a su fundador, Alonso Machacón de profesión labrador y carrero, que en 1823 fundó la posada que llevaba su esposa Maria Colo "la Machacona". Su entrada principal era por la calle Andrada, junto a la plaza Mayor. La Machacona fue de las últimas posadas de la ciudad en desaparecer como tal, ya bien entrado el siglo XX. Retornaría a la vida cacereña a partir de 1978, convirtiéndose en uno de los principales locales de ocio de la ciudad. La vieja "Macha" encierra parte de la vida nocturna cacereña desde hace casi dos siglos.

Con la llegada del ferrocarril primero y de los automóviles después, las viejas posadas fueron desapareciendo. Los viajeros optaron por otro tipo de hospedaje. Aunque en la memoria colectiva local siempre quedara la singular belleza de Carmen "La Jaca" contoneando su belleza, en la posada del Humo, ante las ávidas miradas de sus incondicionales.