La llegada a la Península Ibérica de griegos, cartagineses y sobre todo de los romanos, generalizó el uso de la moneda como medio de intercambio comercial. Introdujeron el ‘denario’, una moneda de plata de origen romano que es de donde procede la palabra dinero. Se convirtió así en el modelo a imitar por los pueblos indígenas, que comenzaron a fabricar monedas similares para sus relaciones comerciales.

Después en los pueblos celtíberos del Valle del Ebro fabricaron monedas de bronce, en cuyo anverso presentan una cabeza masculina y en el reverso, un jinete sobre el nombre de la ciudad que emite y acuña la moneda. Así en Extremadura aparecieron monedas en las que podía leerse la palabra ‘tamusia. En su anverso tenían una cabeza masculina con un torques en el cuello y en su reverso un jinete lancero y una leyenda escrita en alfabéto ibérico. Es celtibérica, pero la única que apareció fuera del Ebro. Estas monedas de bronce pueden verse en el Museo de Cáceres.