El lector, que entre sus vicios confesables posee el de pasear por la ciudad, habrá comprobado que en algunas aceras hay obstáculos que dificultan el paso. Que si farolita por aquí, que si anuncios, que si señales. Incluso en algunas hay más de un obstáculo. Puesto que el lector es muy mal pensado deduce que nuestros regidores se dedican a tocar no sé qué cosas. ¡Que equivocado está el lector! En realidad, la imaginación de nuestros ediles no descansa y ahora está ocupada con un proyecto piloto, un estudio sobre los cacereños y averiguar sus respuestas ante los obstáculos. Así han comprobado que ante tres obstáculos nuestros paisanos se mosquean y farfullan unas palabras entre las que se entiende "lo tienen todo patas arriba". Si se encuentran más de tres, el 86% se cabrea y hace comentarios sobre la vida afectiva de los papás de los ediles.

Frente a más de cinco obstáculos, el 93,7% se indigna y duda de la virilidad de nuestros concejales. ¿Qué sucedería si se pusieran más obstáculos en menos espacio? ¿Qué es imposible? ¡Usted no sabe con quien está hablando! En unos 60 metros de acera, más abajo del Banco de España, hay exactamente catorce elementos que entorpecen la circulación. Un menú indigesto: salpicón de farolas (cuatro) adornadas con papeleras (dos); ración de postes semafóricos (dos); macedonia de señales de tráfico (cinco); pinchito de árbol; redondo de poste de control; sorbete de contenedor; guinda de anuncio privado. Y menos mal que las baldosas no están levantadas ¿Qué cual ha sido la reacción de los paseantes? Mareos, vómitos, desorientación y cagaleras con destinatarios.