El gentío inundó ayer todos los enclaves donde se desarrolla este año el mercado medieval: la zona de San Mateo (zoco árabe), Santa María y San Jorge (mercado cristiano) y la plaza Mayor, aunque que el poblado hebreo, previsto en el barrio judío, no ha sido finalmente ocupado por los vendedores. Precisamente, este hecho se deriva del descontento que se extiende entre muchos de los comerciantes que han llegado de todo el país, según explicaron ayer a EL PERIODICO, ya que la mayoría se queja del exceso de puestos y zonas: "El público se dispersa, no hay un recorrido continuo y somos muchos ofreciendo las mismas cosas. Se nota bastante el descenso de ventas respecto a otros años, y además la organización deja mucho que desear", explicó una vendedora andaluza de marroquinería.

Todos coinciden en que el mercado cacereño siempre ha sido muy atractivo, "uno de los mejores, porque aquí el público se muestra generoso, disfruta del ambiente, compra algún capricho...", subrayó la propietaria de un puesto de esoterismo. Precisamente por ello, cada edición atrae a más vendedores. "El año pasado ya fue excesivo y nos dijeron que esta vez habría menos puestos, pero aquí somos más de 200, y además repartidos en varias zonas. Nos sentimos engañados porque, de saberlo, quizás no hubiéramos venido", declaró una mesonera pacense mientras asaba viandas junto a San Mateo.

En la presentación del mercado se anunció la llegada de 130 artesanos, pero casi todos coinciden en que se supera este número. "Es mi tercer año y el bajón de ventas se nota bastante, aunque hay mucho público", comentó un ebanista. "Vengo desde el 2005 y esta vez lo veo muy tranquilo. La gente pasa, se para, pero compra menos", indicó otro vendedor de productos naturales.

REPARTO POLEMICO Además, el jueves se produjeron momentos de tensión en el reparto de ubicaciones. Muchos querían la plaza Mayor (nuevo emplazamiento), convencidos de que el público no subiría a la parte antigua una vez vistos los tenderetes de esta zona. Los artesanos extremeños también se negaron a quedarse en su lugar asignado, la judería, al ser el más alejado, y finalmente se instalaron en el Foro de los Balbos tras la mediación del ayuntamiento. "También ha habido problemas con la luz", subrayó el propietario de un puesto que lleva ocho años viniendo al Womad y a esta cita.

El mercado, organizado este año por una empresa valenciana, reúne a miles de personas desde su inauguración el pasado jueves, incluso el parking de Obispo Galarza cuelga el cartel de completo hace dos días. Los ciudadanos disfrutan entre tabernas, tahonas, dulces, especias, abalorios y pura artesanía, mientras las atracciones infantiles no paran. Además, los puestos que se estrenan este año se muestran satisfechos: "No tengo referencias, de modo que no puedo quejarme", señaló ayer un repostero. "A mí me va bien", agregó un vendedor de minilibros .