«No me veo en un futuro viviendo aquí». Esta ha sido la confesión más repetida por los jóvenes del cacereño barrio de San Blas. Cabe destacar la preocupación de las generaciones futuras y de su negativa a seguir formando parte del mismo. Recalcan la falta de ocio en las calles. «Si queremos pasar una tarde de risas nos tenemos que ir a Cánovas», agrega una de las adolescentes consultadas por este diario.

Sin embargo, no son ellos los más afectados con las carencias de la barriada. Precisamente nada más llegar es muy sencillo tropezar con la situación que más cobra vida allí. Valga la redundancia, eso es lo que sucede, un anciano invidente se enfrentaba, además de con las grandes dificultades que su situación le aportaba, con un asfaltado que nada se ponía de su parte.

Tras recomponerse y ser acompañado a su destino, manifiesta las carencias que siente que existen. Lo resume todo en una frase. «Al barrio de San Blas yo lo he denominado el bario de las castañuelas». Como consecuencia de todos los baches que siguen conservando los pavimentos a pesar de la reiterada insistencia hacia el ayuntamiento para que actúe ante este serio asunto que perjudica a todo el vecindario.

Por otro lado, desde el colectivo vecinal de San Blas también se denuncia una rotonda o en su defecto un semáforo para regular el cruce existente entre la avenida de San Blas con las calles Ronda del Matadero y Ceclavín. Para evitar así las grandes dificultades que se originan al no respetarse las señalizaciones impuestas. Así mismo, esta también es una petición por la que siguen luchando año tras año debido, dicen, «a la dejadez» por parte de la institución municipal.

Muy cerca de este cruce se encuentra el parque de Valhondo. Cuentan los vecinos que es un lugar muy frecuentado por los perros y sus dueños, donde las mascotas hacen sus necesidades sin que estas sean recogidas. «Se ha convertido en un sitio donde no se puede venir con los niños», afirma un señor de la zona. Pero esta no es la única carencia que le observan ya que exponen que tampoco puede ser frecuentado al caer la noche como consecuencia de la falta de alumbrado.

En las calles Arapiles o Bailén los protagonistas no son precisamente los vecinos que habitan en sus casas, sino todos aquellos que quieren entrar en ellas, principalmente cucarachas o ratones. «Este barrio sobrepasa lo malo. Mi madre ni siquiera puede abrir las ventanas en verano», zanja una de las vecinas.