Hace un año que Manuel no tiene trabajo. Acostumbrado a su independencia económica, no le importaba viajar de acá para allá para encontrar un puesto de auxiliar administrativo en algún punto del país. Pero hace un tiempo que se siente, como él dice, «en la cuerda floja». Ha hecho algunas entrevistas aunque ninguna con éxito. De manera que no le quedó más alternativa que volver a Cáceres, donde vive con su madre. Ambos se mantienen con la pensión de ella, 600 euros al mes. De ese dinero hay que apartar para pagar el piso de protección oficial en el que residen en Nuevo Cáceres, más gastos diarios.

Manuel nunca se había visto abocado a solicitar una ayuda de urgencia social. Sin embargo, a finales de año se animó a hacerlo dada la peliaguda situación por la que atravesaba. Rellenó los formularios y un día recibió una llamada telefónica comunicándole que se pasara por el Instituto Municipal de Asuntos Sociales porque le ayudarían. Cuando llegó al centro fue todo un jarro de agua fría. Le dijeron que se había quedado a las puertas, que no había fondos para él. Ciento y poco euros que dejaría de percibir. «Pedí dinero para una estufa con la que poder pasar el invierno. Primero me comentaron que estaba concedida, cuando fui a firmar me explicaron que era todo lo contrario, que la habían denegado, que lo intentase en enero», relata Manuel.

«Te encuentras en una situación de no saber en quién confiar. Pido que nos hagan un poquito de caso, que el crédito sea más abierto para las familias, especialmente en invierno. La estufa era para mí algo muy necesario, porque ya no dependería de una caldera -que nunca sabes cuánto dinero te va a costar- sino que podría manejarla a mi antojo y así regular el gasto», añade el afectado, que prefiere no dar a conocer su identidad ni aparecer en fotografías. «Cáceres es una ciudad pequeña y no me apetece que me señalen. Ofrezco mi testimonio para poder contribuir a que las cosas se hagan mejor», añade.

Manuel subraya que «este año estaba más ahogado y entre la luz, el agua... no he tenido suerte para encontrar trabajo... Ojalá este servicio fuera tan social como debiera ser», apunta.

El de Manuel es uno de los 150 casos que atiende la Red de Solidaridad Popular de Cáceres, que ayuda a las personas más azotadas por la crisis y que ayer, a través de su portavoz, Manuel García Garzo, pidió al ayuntamiento que de los sobres de las cartas que remite a los solicitantes elimine el epígrafe ‘Ayuda denegada’. «Eso puede leerlo cualquiera, empezando por el cartero. Es una humillación».