Soy una auxiliar administrativo del SES. En el año 2010, aprobé la oposición por el turno de discapacidad, haciendo el mismo examen y tiempo que los opositores por el turno libre, pero una vez que te incorporas al puesto de trabajo, la realidad para una persona con unas limitaciones para dicho puesto es otra realidad bien distinta.

Actualmente, llevo seis años trabajando en el SES. He pasado por tres visitas al servicio de prevención de riesgos laborales para que me adapten el puesto a mi discapacidad (padezco hipoacusia en ambos oídos) y en ese tiempo nunca ha habido adaptación a mi puesto. No puedo coger el teléfono, y, lo peor de todo, que tengo que aguantar todos los días, insultos y amenazas por parte de ciudadanos enfadados que vienen al centro de Salud Mental, donde trabajo, a poner reclamaciones. Están en su derecho hacerlo, pero yo no tengo la culpa de que la Administración no me haga caso a mí, que es su obligación. Esa es la triste realidad con los discapacitados, lo que la Administración no quiere ver, ni quiere oír.