SENTENCIAS

Las temeridades políticas cuestan dinero

Miguel Fernández-Palacios Gordón // Madrid

La sentencia del Tribunal Supremo que condena al Gobierno valenciano a derribar dos edificios en Benidorm, construidos en primera línea de playa con permiso de obra ilegal durante el Gobierno de Camps, es ecuánime. La Generalitat se ve así forzada a gastarse 100 millones de euros para indemnizar a sus propietarios y pagar la demolición. Pero como cuando el permiso se concedió se sabía que vulneraba la ley de costas, ¿podrá ahora la Comunitat reclamar al señor Camps que abone las indemnizaciones y sufrague el derribo con su fortuna?

Las imprudencias de los políticos -interesadas o no- que no responden a necesidades ciudadanas, sino a intereses espurios, salen caras. Mucho me temo que el dinero para pagar este despropósito saldrá de nuevo de las arcas valencianas largo tiempo saqueadas… y Camps, una vez más, se irá de rositas.

HABITANTES

Despoblación

Domingo Espino Rodríguez // Almendralejo

El 40% de los habitantes de nuestro país se concentra en las grandes ciudades. En el 65% de los pueblos, uno de cada cuatro vecinos es una persona mayor. A estos números hay que añadir, en lo que nos toca, que la diferencia entre nacimientos y defunciones, lo que los estadísticos llama crecimiento vegetativo, es negativa en Extremadura desde el año 2000.

Por si esto fuera poco, el Instituto Nacional de Estadística señala que, de mantenerse las tendencias demográficas actuales, nuestra región perdería más de 70.000 habitantes en los próximos 15 años. No hace falta ser un avezado contable para darse cuenta que nuestra población envejece a la vez que la existente se concentra en los grandes núcleos de población.

Con esta acelerada inversión de nuestra pirámide poblacional, es muy dudoso que el sistema esté preparado para la demanda social y económica que puede suponer dentro de pocas décadas si continúa esta evolución demográfica. Si a todo lo expuesto añadimos la baja natalidad y el incremento de la esperanza de vida, obtenemos la fórmula perfecta para el empeoramiento de esta situación. No parece que el turismo sea suficiente para mantener y revitalizar las comunidades rurales, debe ser complementado con la implantación de incentivos o actividades económicas alternativas.

Es necesaria la introducción de diversos factores en la ecuación en pos de solucionar el problema: una inteligente política de inmigración, incentivos eficaces a la natalidad (no cheques-bebe para todo el mundo), la acción conjunta y coordinada de los sectores público y privado, etcétera.